miércoles, 28 de agosto de 2013

Yo tengo un sueño

Discurso presentado por Martin Luther King Jr. en el Lincoln Memoria, Washington D.C. el 28 de agosto de 1963.

Estoy contento de reunirme hoy con vosotros y con vosotras en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace un siglo, un gran americano, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos, firmó la Proclamación de Emancipación. Este trascendental decreto llegó como un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros y esclavas negras, que habían sido quemados en las llamas de una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar con la larga noche de su cautividad.

Pero cien años después, las personas negras todavía no son libres. Cien años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, las personas negras todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas.

Hemos venido a la capital de nuestra nación en cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magnificientes palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo americano iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres —sí, a los hombres negros y también a los hombres blancos— se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de color. En vez de cumplir con esta sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un cheque que ha sido devuelto marcado “sin fondos”.

Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar a América la intensa urgencia de este momento. No es tiempo de darse al lujo de refrescarse o de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de hacer que las promesas de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y desolado valle de la segregación al soleado sendero de la justicia racial. Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las arenas movedizas de la injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar la determinación de las personas negras. Este asfixiante verano del legítimo descontento de las personas negras no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. Mil novecientos sesenta y tres no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que las personas negras necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un brusco despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad en América hasta que las personas negras tengan garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral que lleva al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra fecunda protesta degenere en violencia física.
Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas alturas donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra no debe llevarnos a desconfiar de todas las personas blancas, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como su presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su libertad está inextricablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos.

Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores de los derechos civiles: “¿Cuándo estaréis satisfechos?”

No podemos estar satisfechos mientras las personas negras sean víctimas de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan “sólo para blancos”. No podemos estar satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una persona negra en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente.

No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes por los vientos de la brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el sufrimiento inmerecido es redención.

Volved a Mississippi, volved a Alabama, volved a Carolina del Sur, volved a Georgia, volved a Luisiana, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.

No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano.

Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”.

Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.

Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia.

Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá.

Ésta es nuestra esperanza. Ésta es la fe con la que yo vuelvo al Sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.

Éste será el día, éste será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo significado “Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad”.

Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New Hampshire. Suene la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Suene la libertad desde los elevados Alleghenies de Pennsylvania.

Suene la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Suene la libertad desde las curvas vertientes de California.

Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia.

Suene la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee.

Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera.

Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: “¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!”

(Traducción de Tomás Albaladejo, publicada en Tonos, revista electrónica de estudios filológicos.)

martes, 30 de julio de 2013

Infografía: El Cancer, factores de riesgo, síntomas y prevención.

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Músicos poetas y locos I. Arturo Meza

Al Cronopio menor, 
que puso en mis manos los libros del Cronopio mayor.

El loco es el primero y el último de los Arcanos mayores. Representa el comienzo del camino espiritual el candor y la ignorancia iniciales, pero también el final, el regreso a la inocencia y la liberación de lo material.

Fullcanelli afirma que la fiesta medieval de los locos también también era llamada la fiesta de los sabios y encuentra en ella un profundo sentido alegórico, relacionado con el proceso alquímico tallado en los muros de las catedrales para quien desea y sabe leerlo. Hieronimus Bosch (El Bosco) y Francisco de Goya también mostraron que en la inocencia hay sabiduría y mientras el saber puede estar repleto de necedad.

Como un loco, o quizá como un santo vivió el filósofo Diógenes de Sinope, a quien sus contemporáneos llamaron perro (kyon) para insultarlo, pero él adoptó con orgullo ese nombre (kynico=canino) y ensalzó las virtudes caninas de indiferencia frente a las cosas vanas, valor para defender aquello que ama (en su caso el saber), desenfado para expresarse y astucia para distinguir entre los amigos y los enemigos. El noveno arcano presenta una imagen similar a Diógenes, el Ermitaño, que representa las ventajas y las desventajas de la vida ascética: la iluminación, la concentración y el entendimiento en soledad, pero al mismo tiempo el retraimiento, la timidez, la desconfianza hacia el mundo. 

En suma, la virtud es renuncia a todo menos a la virtud. La virtud es esfuerzo y vigilia, pues quien aspira al saber corre el riesgo de llegar a creer que alcanzó el conocimiento y caer así en la soberbia y la ignorancia. De tal manera, la virtud, es renuncia. El verdadero filósofo renuncia a los honores. El verdadero poeta renuncia a los placeres. El verdadero loco renuncia a su propia inocencia. Porque no basta con ser loco, ni con ser santo, es necesario ponerse a prueba, pulirse y perfeccionarse para obtener el oro espiritual del que habla Fulcanelli.

Pero hay algo más. Fulcanelli también sugiere a veces podemos estar ante una roca que parece plomo, pero es algo muy distinto. Algunas veces el poeta, el místico y el loco son una misma persona

Era un adolescente cuando escuché por primera vez a Arturo Meza, músico y poeta michoacano nacido en 1956, respetado en los círculos y espíritus marginales. En el primer disco suyo que conseguí (Para un Compa, 1990) encontré arreglos musicales relativamente simples, que enmarcaban letras engañosamente sencillas.

Al escuchar con atención a Arturo Meza se despliega un universo peculiar. Las letras cargadas de simbolismo dibujan escenarios, imágenes, ideas, paisajes y colores. Algunas canciones hacen pensar en los profetas del Antiguo Testamento, los ascetas que vivían sobre una columna o los frailes que vagaban poco antes del año 1000 anunciando el próximo fin del mundo. Otras veces invitan a soñar con la pálidas mujeres de Rossetti, las escenas de Klimt o el tono legendario de Waterhouse. La fusión de lo moderno y lo antiguo de Amano. De vez en cuando el simbolismo de Meza llega a cargarse tanto que las imágenes se tornan surrealistas

Los arreglos y las melodías refuerzan esa impresión. Cuerdas, vientos y contrapuntos melódicos transcurren con la serena alegría de una balada renacentista. La mezcla de temas místicos, morales y amorosos, la idealización de la mujer, de la mujer concreta que ríe con la boca y la mirada, los aromas del campo, el cielo y la piel... todo ayuda a que, al menos en sus canciones más lograda, uno se sienta irremediablemente medieval.

En varias de esas canciones los temas heroicos y míticos están presentes. Ondinas, magos, unicornios, musas, apóstoles y soldados. El Rey Arturo reflexiona acerca del amor sacrificado por el deber. Luzbell llora en secreto por la gracia perdida. En otras el protagonista es el amor cortés, la dantesca Beatriz, la amante fiel que espera hasta la vejez y la muerte, las manos femeninas que son consuelo y abrigo.

Hay también un variado desfile de ángeles, amorosos, dolientes, virtuosos. Un fatal ángel de barro, un inalcanzable ángel de la soledad, un agorero ángel exterminador, un generoso ángel guardián, un profético ángel bastardo (esa canción me hace recordad a Real de Catorce).

 Cuando se pone místico, Arturo Meza adopta una espiritualidad profética en el sentido antiguo. Más que anunciar el futuro, las letras místicas de Meza denuncian el vicio, la mentira, el hedonismo y la pereza. La música de Meza evoca las virtudes y de un cristianismo que se insinúa con frecuencia sin mostrarse de manera expresa. Imágenes de dolor, consuelo, renuncia, desolación y esperanza son frecuentes. Algunas frases frases de Meza podrían estar en los proverbios, otras en las flamígeras palabras de Habacuc, otras más en el melancólico y a la vez esperanzador libro de Oseas

Sospecho que no es tan sencillo apreciar y tomar el gusto por la música de Arturo Meza. El profuso simbolismo, su religiosidad a medio camino entre el cristianismo y el gnosticismo, sus odas y baladas de amor cortés parecen sintonizar con humores particulares. De la misma manera que leer a Cortázar en la juventud nos deja una coraza de cronopio que impide a la madurez corromper del todo nuestros corazones y así como leer a Niestszche demasiado pronto o a Lovecraft demasiado tarde puede arruinar la experiencia, parece haber ciertos momentos de la vida en los que Arturo Meza puede ser un bálsamo o un fardo.

Tal vez los mejores momentos para escucharlo y soñar con su música sean cuando el espíritu está lleno de plomo, cuando uno necesita iniciar un nuevo recorrido, cuando los locos no parecen tan locos y los sabios no parecen tan sabios.

Arturo Meza es un loco, pero también es un profeta que hila complejos tapices con hilos de plata alquímica. 



jueves, 25 de julio de 2013

Eterut



Escuché esta canción hace muchos años. A veces suena en el fondo de los sueños. Anoche, por ejemplo. 


Hay una mujer que siembra trigo 
tiene un olor a mandarina 
tiene en su pelo golondrinas de papel 
y una tierna melodía en su voz 

Hay una muchacha que se oculta 
de las miradas de la gente 
su fresco corazón me da para beber 
su boca es la llama, su boca es la llama del infinito 

Hay una mujer que me acaricia 
tiene un sabor a eternidad 
tiene en sus ojos laberintos de cristal 
donde me pierdo, donde me pierdo por su amor 

Hay una mujer que desde hace siglos 
que le enciende cirios a mis sueños 
y que me despierta en la agonía 
de tierras lejanas, de tierras lejanas de la muerte 

Hay una mujer que siembra trigo 
tiene un olor a mandarina 
tiene en su pelo golondrinas de papel 
y una tierna melodía en su voz

Arturo Meza

miércoles, 24 de julio de 2013

¿Qué es el éxito? (según los exitosos)


1. PASIÓN

Thomas Freeman. “Estoy impulsado por mi pasión” Las personas de éxito actúan por amor y no por dinero. Carol Colleta nos dijo, “Yo pagaría a alguien por hacer lo que yo hago”. Lo curioso es que, si lo haces por amor, el dinero viene de todas maneras.

2. TRABAJO

Rupert Murdoch. Todo es trabajo duro, nada viene fácilmente, pero me he divertido bastante consiguiéndolo. ¡Sí! DIVERSIÓN, Las personas exitosas trabajan en aquello que les divierte, y trabajan muy duro para divertirse al máximo. No son adictos al trabajo, son amantes de su trabajo.

3. SER BUENO EN LO QUE HACES

Alex Garden. Para ser exitoso debes dedicarte a algo, y ser muy bueno en ello. No hay ninguna magia para ser el mejor, solo es practicar, practicar y practicar.


4. ENFOQUE

Norman Jewison. La clave está en enfocarse en una sola cosa. Mantenerse enfocado hasta conseguir los resultados deseados.

5. EMPUJARTE

David Gallo. Debes empujarte física y mentalmente. Debes empujarte, empujarte y empujarte, para superar la timidez las dudas y los miedos. Goldie Hawn dijo: Siempre tuve dudas y miedos, no ere lo suficientemente buena, no era lo suficientemente inteligente, no pensé que lo lograría… Nunca es fácil empujarse a uno mismo, ¡por eso se inventaron las madres!.

6. SERVIR A LOS DEMÁS

Sherwin Nuland. Ha sido un privilegio servir como doctor. Ahora muchos niños me dicen que quieren ser millonarios como yo. Y lo primero que les digo es, ok! pero no podéis serviros a vosotros mismos. Tenéis que servir a otras personas ofreciéndoles algo de valor. Por que de esa manera las personas se hacen ricas.

7. IDEAS

Bill Gates. Yo tuve una idea, fundar la primera compañía de programas para microcomputadoras, y creo que fue una buena idea. No hay magia en la creatividad en cuanto a las ideas se refiere. Se trata de hacer las cosas simples.

8. PERSISTENCIA

Joe Kraus. La persistencia es la clave número uno del éxito. Tienes que persistir al fracaso y al CRIP (las Críticas, el Rechazo, los Idiotas, y la Presión).


martes, 23 de julio de 2013

Matrimonio y católicos



Estoy completamente a favor del permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos.

Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos. Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.

También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestrucuturadas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familas católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: También estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de "¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!".

Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor problabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitirseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.


Este texto circula en Internet desde 2005. El autor original es Allan Psicobyte: http://www.psicobyte.com/articulo/matrimonio_y_catolicos

viernes, 5 de julio de 2013

Francisco: Poeta, profeta y ahora Papa


El poeta (del griego poietes) es quien hace o crea algo. Del griego también viene la palabra profeta (profétes) que es el mensajero o portavoz de otro.  En la tradición del pueblo de Israel el profeta era el portavoz de Dios, el instrumento para hablar a su pueblo.  

Desde un punto de vista místico, la verdad se manifiesta a través de la voz del profeta. Desde una perspectiva racional, el profeta es un hombre lúcido, cuya inteligencia le permite ver más allá de los intereses, las pasiones y la corrección. Los profetas advirtieron a los habitantes de Judá e Israel que los reinos vecinos (Persia, Asiria) se hacían fuertes mientras las ciudades hebreas relajaban sus costumbres, abandonando la disciplina moral y religiosa que los había llevado a la prosperidad. Los profetas advirtieron a los reyes y nobles que su amor por el lujo los llevaría a perderlo, observaron en qué aliados  se podía confiar y anunciaron los planes de expansión de los reinos vecinos. 

Mas que ver el futuro, los profetas podían mirar hacia dónde los conducía su presente, de manera que, portadores o no de una revelación divina, la voz de los profetas era la de la inteligencia. El profeta de la antigüedad era un líder político, moral o religioso. Algunos, como Moisés y varios siglos después Mahoma fueron líderes del pueblo y portavoces divinos al mismo tiempo. 

La tradición profética no se perdió con la llegada del cristianismo, pero sí se transformó. Luego de que Constantino hizo al cristianismo religión oficial, éste adoptó mucho de la estructura, tradiciones, debilidades y vicios del Imperio. En la nueva y privilegiada situación, los ascetas (del griego askésis, que significa ejercicio) como Simón Estilita y Antonio Abad fueron la voz de la iluminación que enseñaba, advertía y vaticinaba. La vida ascética se convirtió en norma cuando se fundaron las órdenes religiosas. Ora et labora (reza y trabaja) fue la consigna de los monjes que, a través del ejercicio espiritual, intelectual y físico se convirtieron en creadores (poetas) constructores, mensajeros y salvaguardas del saber durante la Edad media. 

Cuando el ejercicio y la disciplina llevaron a los monasterios a la prosperidad las costumbres se relajaron de y fue necesario contar con un nuevo profeta,  Francisco de Asís, quien observó que el mensaje original corría el riesgo de ser olvidado nuevamente. Orar, ejercitarse y conocer podían ser caminos a la virtud o la perdición, si se ejercían con vanidad o como medios para obtener poder. Para alejar a los ascetas de la ambición Francisco promovió la humildad. 

El mensaje de Francisco era visto con suspicacia en un tiempo en que la Iglesia gozaba de poder, riqueza y autoridad política, de manera especial tras los concilios de Tours y Letrán en donde fueron rechazadas y condenadas las doctrinas que cuestionaban el poder temporal de la Iglesia. A simple vista había bastante similitud entre los Albigenses (Cátaros) y la comunidad de predicadores, mendicantes (mendigos) y constructores de iglesias que encabezaba Francisco; al tiempo que entre aquéllos monjes harapientos y la majestad de los pontífices, ante los cuales se inclinaban los reyes había una abismal distancia. 

Francisco de Asís fue un profeta en el sentido místico (a través de visiones y el don de los estigmas) pero también en el sentido laico, al observar los vicios que acechaban a los monasterios y proponer remedios concretos. Además, fue poeta

En un mundo en el que el papel de la Iglesia frente al mundo y la legitimidad de su riqueza eran cuestionadas de manera continua y debatidas con ardor en los concilios, el Papa enfrentaba el dilema de reconocer o perseguir a ese grupo de ermitaños, agrupados alrededor de un joven que había renunciado a la riqueza familiar para restaurar templos con sus manos, vivir en los bosques y predicar a las aves. 

La leyenda cuenta que Inocencio III se inclinó por reconocer la Orden de Francisco de Asís, llamada con humildad Hermanos menores por una revelación manifiesta a través de un sueño. En el sueño, Inocencio veía desplomarse a la Iglesia, pero una pequeña figura permanecía de pie y lograba sostenerla, luego crecía y conseguía mantener a la Iglesia en pie. Esa figura era Francisco. 

Ya fuera mística o racional aquella visión, tuvo resultados positivos. La orden de Francisco daba un espacio institucional a los cristianos que creían en la parábola del camello y la aguja y veían con desconfianza el enriquecimiento, la vanidad y la arrogancia en la que muchos monjes, sacerdotes, obispos y cardenales habían caído. Para todos ellos la orden de Francisco era una alternativa que los apartaba de unirse a las herejías y los grupos cismáticos que recorrían Europa. Aquellos grupos pocos años más tarde se radicalizarían al grado de transformarse en ejércitos de saqueadores que fueron perseguidos hasta el exterminio. 

Pero la orden de Francisco también ofreció flexibilidad. Con reglas menos rigurosas en lo formal que
las órdenes que seguían la regla de San Benito (Cluniacences), menos inclinados a la teología que la Orden de Predicadores (Dominicos) y definitivamente apartados de los vicios, codicia e ignorancia que eran reconocidos entre los clérigos seculares (sacerdotes de parroquia), los hermanos menores eran atractiva opción para los devotos de la edad media que aspiraban a una vida de ejercicio y práctica en las virtudes cristianas. 

La flexibilidad, o generosidad de la orden también se hacía manifiesta en su apertura. Además de la orden regular de monjes, pronto contaron con una para mujeres (las hermanas clarisas, dirigidas por Clara de Montefalco, quien fue objeto de los galanteos de Francisco de Asís en su juventud y al igual que él renunció a los honores y la riqueza familiar) y una orden de terciarios, que admitía a matrimonios cristianos y les imponía una regla que permitía conciliar los deberes familiares y civiles con los ejercicios espirituales. 

Así, la visión de Inocencio se hizo realidad a través del trabajo de un monje que, al proponer la humildad como freno a la vanidad y la codicia detuvo una parte de los excesos eclesiásticos y ofreció un espacio a los monjes, teólogos  y cristianos que creían en la pobreza de la vida eclesiástica. Al hacerlo también redujo el crecimiento de los grupos místicos que de manera gradual se apartaban de la obediencia a la Iglesia y la ortodoxia. Con ello, abrió lugares de encuentro y trabajo a hombres, mujeres y matrimonios que, dentro de la orden se mantuvieron fieles a la Iglesia y al Papa. Cuando la Iglesia se derrumbaba, Francisco logró detener esa caída y refrescar la vida eclesiástica por muchos años más.

El nombre de Francisco que ha adoptado el cardenal Jorge Bergoglio no es casualidad. Como hombre culto e inteligente, sabe que la Iglesia enfrenta un nuevo derrumbe ante los distintos grupos que desde sus cimientos socavan la integridad de la institución para imponer sus intereses y conservar sus privilegios. El de los pederastas puede ser el escándalo más interesante para el público común, pero está lejos de ser el mayor de los problemas. 

El propio Cardenal Bergoglio ha sido cuestionado por su papel durante una dictadura en la que arte de la jerarquía católica se alió con el poder político para preservar sus privilegios. Lo que se ha logrado documentar es que si no estuvo entre quienes enfrentaron a la dictadura de manera abierta, sí estuvo al menos entre quienes no la apoyaron y desde sus labores cotidianas hicieron algo para ayudar a la gente. 

Pero esa inclinación al poder, a estar al lado de quienes pueden preservar los privilegios (Franco, Pinochet, Gualtieri), además de permitir más la cercanía de las familias ricas, las congregaciones prósperas y el beneficio económico es, en realidad, el mayor problema de la Iglesia. Pocos dentro de la institución lo han entendido así. Flaviano Amatulli es de esos pocos que han comprendido la necesidad de limpiar la Iglesia desde adentro, recuperar el sentido del trabajo, la humildad y la congruencia; rescatar el mensaje evangélico,  revisar las estructuras de autoridad, administración, trabajo e ingresos dentro del cuerpo eclesiástico. El trabajo de Amatulli ha sido menospreciado dentro de la Iglesia, pero es probable que el Papa Francisco le de una nueva valoración. 

Precisamente, al comprender cuál es el mayor de los problemas, el pontífice Francisco ha decidido hacer frente en el discurso y también en la práctica. La humildad no es solamente un gesto de buena voluntad, sino una actitud y un hábito que la Iglesia necesita recuperar para detener su caída. La visión de Inocencio III está igual de vigente hoy que hace 900 años: o reconocen y adoptan el Mensaje franciscano (humildad moral, intelectual, material) o nada podrá detener el derrumbe. 

Adoptar la imagen de Francisco de Asís significa que el tiempo de asumir cualquier crítica como un ataque de gente inspirada por el demonio debe quedar atrás. La auto crítica es indispensable, así que las cosas sólo se resolverán si se tienen los oídos para atender los mensajes, la voz de los poetas y los profetas. Esto implica  humildad, disposición al trabajo y la construcción, . 

Pero hay algo más. Desde una perspectiva estrictamente laica y racional, en mensaje de Francisco también es esclarecedor: los líderes políticos son ineficaces, en gran parte por la comodidad y los privilegios que disfrutan. 

El lujo adormece la mente de los líderes mundiales, los hace aferrarse a él antes que los principios, a la racionalidad y a la honestidad. Evitar el lujo, el derroche y la vanidad es el primer paso para comenzar a enderezar las cosas. 







jueves, 25 de abril de 2013

Eufemismos a la carta

El eufemismo es una palabra que se utiliza para atenuar el significado de una realidad en la mente de quien lo pronuncia. Para decirlo claro, el eufemismo es una palabra que alivia la conciencia de quien lo usa, maquilla la realidad pero la cambia. George Orwell retrató con gran lucidez los eufemismos a lo largo de su obra. En 1984 el ministerio que se encarga administra la guerra se llama Ministerio de la Paz y el que fomenta el odio entre las personas se llama Ministerio del Amor. En Rebelión en la Granja, los cerdos llaman interés colectivo a su interés egoísta. 

Regresemos al mundo real. En los Estados Unidos se ha llamado la atención sobre el hecho de que llamar "afroamericanos" a los negros no cambia el hecho de que se les discrimine (y en algunos estados se les persigue) por el color de su piel. Siempre que miro Being Human y Doctor Who me pregunto cómo llaman los ingleses a Lenora Crichlow y Freema Agyeman ¿afrobritánicas? 

Especialmente cruel es el eufemismo que llama "daños colaterales" a la muerte de civiles durante un enfrentamiento militar. 

La cuestión es que al usa la expresión daños colaterales se despersonaliza el asunto, dejan de ser personas que volaron en pedacitos durante un bombardeo para convertirse en algo abstracto, que se contabiliza en la misma lista que las carreteras dañadas, los postes derribados y los vidrios rotos. Quien ordena un bombardeo no se conmueve ante un daño colateral (vidrios y postes) como se conmovería ante personas muertas y mutiladas. La culpa se diluye para él, pero también para el público, que al no escuchar las palabras heridos, mancos o cadáveres, toma las noticias con serenidad y refrenda el apoyo a ese brillante líder que es capaz de invadir un país casi sin derramar sangre. 

El lenguaje oficial (o sea, del gobierno, para evitar el probable eufemismo) es rico en expresiones de este tipo. Hace un par de décadas las autoridades mexicanas comenzaron a llamar "depósitos ecológicos" a los botes de basura porque así se convencían a ellos mismos que estaban haciendo algo por el medio ambiente. El uso de la palabra ecológico parecía lo suficientemente ecologista, y se sintieron tan cómodos que pocos años después ordenaron pintar de verde todos los taxis y les llamaron taxis ecológicos. Supongo que pintados de verde y vistos desde un helicóptero daban la impresión de que la ciudad estaba llena de jardines. 

Otras veces los eufemismos son involuntariamente crueles, por ejemplo, cuando llaman a las personas con discapacidad "personas con capacidades diferentes". Capacidades diferentes todos las tenemos y usar esa expresión enmascara el hecho de que lo que se necesita no es un lenguaje amable, sino acciones amables que tengan la forma de libros en braille, rampas de acceso y oportunidades de trabajo para las personas ciegas, inválidas o mancas.

Esto me recuerda un par de cosas. En un empleo que tuve acompañé a entregar libros a una biblioteca braille, ahí supe que los ciegos se llaman ciegos unos a otros y esperan que la gente les considere ciegos (y no personas con discapacidad visual) porque es más claro pensar "ahí viene un ciego, evitaré estorbarle" que pensar "ahí viene una persona con discapacidad visual... ¿será total o parcial? ¿tendrá glaucoma, miopía aguda, ceguera parcial de un ojo, o total? ¿ceguera parcial o total de ambos? ¿Podrá percibir mi silueta o mejor me quito para evitar un bastonazo o un choque con mi persona?"

En un empleo posterior asistí a un programa de radio que producen y realizan personas con discapacidad. En este programa, que recomiendo por su calidad y se llama "La Pirinola", cada locutor dice su discapacidad después de indicar su nombre. No se avergüenzan de ellas ni les dan nombres bonitos, prefieren enfrentarlas, vivir con ellas y hacer de ellas (de sus discapacidades) una oportunidad para dar un servicio al público. 

También es cruel llamar a los ancianos "adultos en plenitud". Lo es porque al llegar a la ancianidad lo único pleno son los achaques, las lagunas mentales y el abandono. Porque, a menos que uno sea el Papa, la vejez es ausencia de oportunidades y consideración. Para los ancianos la plenitud quedó atrás y despejarlos de su verdadero nombre "ancianos" es negar lo que en verdad tienen: sus memorias, su experiencia, su pensión mensual. La Cámara de Senadores tiene ese nombre porque en Roma el Senado era integrado por las personas con prestigio: los senectos. La ancianidad, vejez o senectud tiene su propia dignidad, que no se recupera dándoles un nombre pintoresco y contradictorio, pues los verdaderos adultos en plenitud son los de 30 a 60 años, que si les da la gana pueden gastar, follar, comer, beber, cantar y correr. 

Otra expresión que dista de decir lo que pretende es "privación ilegal de la libertad" por "secuestro". Un secuestro es un secuestro y un secuestrador es un secuestrador.  La privación ilegal de la libertad es un eufemismo que en realidad contiene una profunda ironía. La verdadera privación ilegal de la libertad es cuando una persona es detenida y encarcelada injustamente. Las autoridades mexicanas (nuestro "H" Ministerio Público, pues) son un verdadero ejército de privadores ilegales de la libertad, pues como ya se ha documentado, entre ellos la detención de inocentes y fabricación de pruebas es más una norma que una excepción

No estaría mal que a quienes detienen inocentes para cargarles los delitos de verdaderos  culpables a quienes por pereza, estupidez o temor, no persiguen, les sean aplicadas las penas que el Código Penal señala para quienes privan a una persona de su libertad ilegalmente, esto es, inconstitucionalmente, alterando las pruebas, ignorando las leyes y violando sus derechos. 

Además de este, hay otros eufemismos que pretenden ocultar un fracaso o un trabajo mal hecho. El más común en esta categoría es "Centro de readaptación social" por cárcel, prisión, penal, calabozo, galera, chirola o penitenciaría. Para empezar, ahí no se re-adapta nadie. Muchos ni siquiera desean readaptarse, pues los que sí pueden y probablemente quieren readaptarse van a lugares que no usan el nombre de centros de readaptación social, sino cárcel de baja seguridad (como esas funcionan mejor no necesitan el eufemismo). 

Pero también debemos considerar que las personas que van a un centro de readaptación social no son precisamente los desadaptados o inadaptados. Para empezar, en México esos lugares están llenos de inocentes o delincuentes menores, mientras los verdaderos criminales (criminales, no personas que requieren readaptación) que dirigen bandas de secuestradores, lavadores de dinero y vendedores de heroína se pasean en Hummer y beben medias de seda junto a su piscina olímpica (aunque no sepan nadar). La verdadera categoría de inadaptados puede ser más válida para artistas, luchadores sociales (de los sinceros, no vividores), místicos, predicadores y vagabundos. Como dice Bruce Willis en 12 Monkeys. "No estoy loco, sólo soy socialmente divergente". 

Por cierto, el gobierno soviético sí consideraba inadaptados (al socialismo) a todos estos grupos, junto con las monjas, cosacos, periodistas independientes, caricaturistas, homosexuales, disidentes políticos y poetas líricos, por lo que los mandaba a verdaderos centros de reeducación (re-adaptación) llamados gulags. La mayoría de ellos moría antes de llegar a Siberia y el resto no sobrevivía más que un par de años, pero tal vez  al final comprendieran que el sistema era generoso y sus últimas palabras fueran una alabanza para los camaradas del PCUS. El régimen soviético fue pródigo en eufemismos.

Ya que menciono a los vagabundos, hay para ellos otro eufemismo los convierte en un tecnicismo mientras esconde sus realidades, tragedias y tristezas bajo la alfombra. Se les llama "personas en situación de calle". Lo que este concepto tan científico no menciona es que en esa situación se agrupan las indigencias voluntarias e involuntarias, el abandono familiar, los pleitos por herencias, la conveniencia y explotación (por la industria de la limosna), uno que otro predicador y bastantes inmigrantes. Las personas en situación de calle no representan un montón de problemas por atender, ni suenan como seres humanos que viven tragedias de desempleo, viudez o esquizofrenia. El asunto se resuelve desde el punto de vista de la política pública metiéndolos a) en un albergue durante el invierno b) en un comedor cada mañana c) en un programa burocrático  d) en la lista de reclamos que la izquierda le hace al neoliberalismo. En ese orden. 

Muy cerca de esta realidad está otro tecnicismo utilizado para resolver un problema sin resolverlo. me refiero a llamar al aborto "interrupción legal del embarazo", cuando lo que en realidad ocurre es "la muerte deliberada de un feto". No discutiré aquí la libertad de la mujer para deshacerse de un crío (aunque una ley equitativa debería permitir por igual a un hombre desembarazarse de los embarazos que le resulten embarazosos, tal como se lo permite a las mujeres, en nombre de la equidad) y menos aún daré crédito alguno a los grupos religiosos que convierten un asunto biológico, legal e individual en un tema religioso (y con ello hacen imposible un análisis racional del tema). 

Lo importante es que al llamar a la muerte premeditada de un feto con el eufemismo de interrupción legal del embarazo, pretenden ocultar algunas cuestiones fundamentales: 1. Que cuando una mujer se embaraza normalmente espera que eso lleve al nacimiento de un niño y no de un producto (un producto es algo impersonal, como podría podría ser un ventilador), 2. Que si el embarazo diera lugar a un producto (digamos el ventilador) la mujer no se desembarazaría de él, sabe que el resultado será un niño (o niña) que requerirá cuidados, atenciones y respuestas (¿Quién es el padre?, ¿Aceptará su paternidad? ¿Qué dirá la gente? ¿Por qué no "te cuidaste"? etc.), 4. Que una mujer porque sea dueña de su cuerpo, sino porque no lo es y tan no lo es que la sociedad, la pobreza, la inequidad, etc, la ponen en una situación de desesperación y desamparo... no me creo eso del instinto materno, pero las propias feministas han dicho que ninguna mujer quiere abortar,  4. Que la triste realidad que lleva a una mujer a abortar sigue ahí después de que ella sale de la clínica, 5. Que el aborto no necesariamente es un acto de emancipación, sobre todo cuando ocurre por presión familiar, social, de la pareja, 6. Que a lo mejor el sistema de salud puede evitar los gastos en un niño recién nacido, pero no evitará el costo psiquiátrico de una mujer atormentada y llena de culpa (no necesariamente religiosa, las ateas también sufren y también aman), 7. Que una verdadera interrupción legal del embarazo no sería un aborto, sino una cesárea. Ahí se interrumpe un embarazo, de manera legal, porque si no se interrumpe, el niño se ahoga o se le enreda el cordón. 

En materia de empoderamiento femenino hay otra expresión especialmente atroz: el "sexoservicio". Además de sonar a máquina expendedora o a muñeca japonesa, no logra ocultar que detrás de la prostitución hay distintas realidades que deberían leerse, entenderse y tratarse por separado: no es lo mismo la prostitución voluntaria que la que se ejerce en estado de esclavitud. Como no es lo mismo Amsterdam que La Habana, Moscú o Filipinas. pero hay algo más: al usar el tecnicismo se despoja al oficio de su dignidad histórica y su verdadero valor profesional: los grandes imperios de la antigüedad expandieron sus fronteras y su influencia cultural con dos ejércitos, el de soldados y el de prostitutas que acompañaba, con todas las consecuencias étnicas, culturales y sociales que eso dejó. Especialmente repugnante me parece ese eufemismo que evita usar la palabra prostitución para llamarla "el oficio más antiguo del mundo". Eso es ignorancia y estupidez llevada la máximo.  Hay una veintena de oficios más antiguos, entre ellos el de creador de eufemismos, que es un eufemismo para embaucador.

Otros eufemismos tienen su propia carga de ridículo. Que un adicto a las drogas ahora sea llamado  "farmacodependiente" hace que cualquiera deje de imaginarse a un yoki con ojos vidriosos y piense en alguien que trabaja de farmaco-dependiente para el Dr. Simi. En la España franquista al rojo se le llamó encarnado y en el México del siglo XXI cuando alguien habla de muchos abusos que cometió el PRI durante el siglo XX se refiere a este partido como el partido hegemónico (no el PRI). Al negar esos antecedentes perpetrados por las mismas personas que encabezaban las listas de candidatos, los abusos del siglo pasado dejaron de ser responsabilidad del PRI para convertirse en acciones del extinto partido hegemónico. Y ya sabemos quién ganó la elección. 

Que una mujer se alivie (¿acaso un feto es un tumor? o que los abortistas radicales digan que el feto es un producto, como la harinas) o que dé a luz (como su fuera una lámpara). Que dos personas hagan el amor aunque entre ellos no haya amor y a veces ni siquiera amistad, o que alguien pase a mejor vida (¿por que no a mejor muerte?) son algunos eufemismo tan viejos que ya ni se consideran eufemismos. 

A veces el eufemismo es tan chocante que la gente termina hallándolo repelente y regresa a la palabra original: a los depósitos ecológicos se les llama de nuevo basureros, y a los WC o servicios de nuevo se les llama baños

Mientras tanto, al vándalo le llamamos disidente político, al padre de familia trabajador le llamamos burgués y al que vive y viaja de su beca si producir algo útil para el mundo (lo que para Marx sería un burgués) le llamamos intelectual. Al niño descuartizado por una mina le decimos daño colateral, al injustamente encarcelado le llamamos falla del sistema judicial y al funcionario incompetente le llamamos área de oportunidad. Los eufemismos son una verdadera área de oportunidad.