lunes, 16 de marzo de 2015

Diez malas razones para tener hijos

1. Por error

No es la peor, pero sin duda es la más frecuente. Por un error se embarazan las adolescentes, por un error interrumpen sus estudios, por un error deciden abordar y por un error, los jóvenes toman un tren directo a la frontera.

Pero el error no fue embarazarse, sino lo que ocurrió antes, por la curiosidad, la presión de los amigos y la ignorancia.

Al final, esos niños son criados por los abuelos,  se dan en adopción, se convierten en desechos de hospital o crecen en la pobreza.

Pero los adultos también cometen errores. La cerveza o el licor les nublan el juicio, la emoción de una aventura, o de una infidelidad... tal vez la prisa.... los errores ocurren, generan hijos inesperados y vínculos tormentosos que se limitan a una pensión alimenticia.

Pero no todo es tragedia, la mayoría de nosotros, somos invitados inesperados a la vida de nuestros padres. Ellos finalmente se acostumbraron a la idea, le tomaron gusto y hasta se encariñaron con nosotros.

Mucho depende de la edad y las condiciones: no es lo mismo un hijo deseado con padres separados que un hijo no deseado, ni planeado, ni amado.

Tampoco es lo mismo decir "no lo esperábamos" que "no lo esperábamos todavía".

Ni es lo mismo decir "no esperábamos el cuarto" que decir "mi madre me va a matar".

2. Por presión social

Este es el reverso de los niños que nacen por error.

Son niños más esperados por las personas que rodean a los padres que por los padres mismos.  Unas veces personas ociosas, con pocos temas para conversar, que sueltan frases aparentemente inocentes:
"¿Y ustedes para cuando?"
"¡Ya tienes veinte, (o veinticinco, o treinta), se te ve a pasar la edad"
"A este paso, tus hijos van a ser como tus nietos"
"Quiero conocer a mis nietos"

Y estupideces por el estilo. Estupideces, sí, porque esas frases jamás son inocentes... bueno, no necesariamente son maliciosas. Hay personas mayores que realmente quieren saber cómo serán sus nietos, jugar con ellos, etc., tal vez motivados por los agradables recuerdos que sus abuelos les dejaron y por eso quieren ser abuelos.

Pero la mayor, la más molesta y hasta la más dolorosa presión viene de una sociedad integrada por individuos a los que les faltan temas de conversación. Por lo tanto, acuden a los lugares comunes. Y los lugares comunes, invariablemente, son opiniones y juicios sobre la vida de los otros.

Ya sea porque cada quién cree que es más inteligente  y, por lo tanto, capaz de tomar mejores decisiones que cualquier otra persona, o porque no soportan ver que otras personas vivan mejor, con más tranquilidad o más prosperidad, nunca falta los que pontifican, dan consejos no solicitados y reparten su "sabiduría".

Ahí encajan los que, cansados de sus hijos, lo único que pueden es sugerir, mandar o regañar a quienes no los tienen para que sepan lo que es "madurar" (sufrir). Pero no son los peores casos. Los realmente malévolos son aquellos que creen que una mujer sin hijos es un ser incompleto, o una persona muy egoísta, o alguien que actúa contra natura, o una infame bruja, o de plano, una hereje que no obedece al mandamiento de crecer, multiplicarse y "regalar el don de la vida".

Pero los futuros abuelos en algún momento ayudarán a cuidar a los niños y tendrán que aguantarlos muchos fines de semana. Su presión puede ser chantajista y molesta, pero no irresponsable. La presión social más fuerte y más generalizada viene de una sociedad que considera que las mujeres no están completas si no tienen hijos.

Tener hijos por que es lo que se espera de uno, o para dejar de ser juzgados, por una sociedad que nunca estará satisfecha, difícilmente puede ser el origen de hijos felices.

Por cierto, los imbéciles que preguntan eso, lo hacen juzgando, sin preguntar antes los problemas o preocupaciones que tiene una mujer sin hijos. A veces los quiere, pero no se puede y sus juicios solamente agravan el dolor que sufren esas mujeres. Si, Malditos imbéciles, dejen de preguntar estupideces.

3. Para mostrar al mundo que se es fértil

Esta razón abarca demostrar al mundo que una es una verdadera mujer o que uno es un verdadero hombre, mientras más hijos más hombre.

Eso de "tener hijos regados", o tener más de los que uno puede criar de manera saludable y responsable, podía verse muy bien en la baja edad media, en el mundo árabe o en los narco municipios, pero no en el mundo civilizado.

No hay mucho más que decir; una parte de la humanidad continúa en el paleolítico.

4. Para preservar el apellido

Puedo entender este motivo cuando el apellido que uno desea preservar es Borbón o Windsor y, además, el apellido incluye algún principado, una comarca o un viejo castillo.

Pero no es raro escuchar a hombres que tienen prisa por engendran un hijo varón y no para disfrutar la experiencia de ser padre, llevar a un niño al colegio, subirlo a los columpios y enseñarle a andar en bicicleta; no quienes un hijo varón para que "Su apellido no desaparezca" Y ese apellido es López, o Pérez, o Gómez, o Hernández, o Godínez.

Ningún apellido es mejor que otro y no hace falta ser marqués, o sentirse, para tener derecho pleno a reproducirse... pero no por  la permanencia de un  apellido que es compartido por millones.

Sobre todo, cuando la "gloriosa" herencia que incluye ese apellido no es una farmacia, un título de arquitecto, o una buena y sana formación , sino el gen de la miopía (o algo por el estilo).


5. Para tener herederos

Hablando de herencias.

Quienes desean tener "un heredero" pueden estar pensando en algo tan caballeresco como un coto de caza en el sur de Escocia y una casa solariega, algo tan profesional como un despacho de abogados, algo tan práctico como una casa con un piano y dos autos, algo tan espiritual como los valores cívicos, algo tan patético como  "los valores de clase" o algo tan ridículo como los genes.

Así que, una vez más, depende. No carece de sentido querer heredar un título o una fortuna (aunque eso NO necesariamente hace a un buen padre). Pretender heredar un negocio o profesión familiar es arriesgado, pero no faltan hijos sin personalidad propia que acepten dedicarse a lo mismo que el padre sólo porque es "la tradición de la familia".

Por descontado, que una granja, un oficio honesto o educación profesional, son las mejores herencias que cualquiera puede recibir, pero quienes afirman que quieren procrear para "tener un heredero" (Atención: ¿Porqué siempre dicen "heredero" y nunca "heredera") difícilmente piensan en algo tan generoso.

En lo que piensan, comúnmente, es en sus genes. Pretender que los genes son una buena herencia, eso únicamente lo podrían afirmar los X-Men. Todos los demás sencillamente carecemos de algo especial en nuestros genes. nuestro rostro es indistinguible en una multitud.

Sin duda, Cada personas es única, poseedora de plena dignidad, pero el futuro de la humanidad no depende de los insignificantes genes de ninguna persona en particular.

6. Para seguir viviendo a través de ellos

Para realizar los sueños que uno no cumplió. Para que aproveche las oportunidades que uno no tuvo, o dejó pasar. Para vivir la vida que el padre o la madre no vivió, aunque eso implique que el pobre hijo (o hija) no tenga derecho a vivir su propia vida, sus propios gustos y sus propios errores.

La variante inocente y, hasta positiva, es ayudar a formar una vida que este aquí cuando uno ya no. Que se refresque bajo la sombra del árbol que uno sembró y lea la biblioteca que tantos años costó reunir.

La variante enfermiza incluye a la mamá que pone a la niña a estudiar piano (y la niña odia el piano o prefiere el saxofón) porque ella siempre quiso ser concertista; la que lleva arrastrando a la niña a las clases del ballet porque no ha dejado de soñar con el tutú y las zapatillas (pero es a su hermano mayor quien enloquece con las obras de Ivanoy y Petipa).

O es el papá, que me a su hijo en clases de actuación, canto y baile para que cumpla sus sueños de actor, aunque el muchacho sueñe esté ansioso por aprender ebanistería... o lo mete a la escuela de derecho bajo la amenaza de que si no se gradúa y se convierte en el gran abogado que él siempre quiso ser, borrará su nombre del libro de la familia, pero el pobre niño quería ser cura, o bombero, o poner una pastelería.

Tener hijos para vivir a través de ellos es una de las vías más sencillas para hacerlos infelices.

7. Para transmitir los valores y cualidades que creemos poseer

Un tema delicado. Todo iría muy bien los valores de cada uno de nosotros fueran impecables, pero a veces uno le toma más afecto a sus manías que a sus verdaderas virtudes.

No es raro que esos valores que se desean transmitir a los hijos sean el machismo, el clasismo y el racismo. Estos "valores" también suelen explicar el rechazo de muchas personas hacia la adopción.

"Un machín, como yo", "hay que mejorar la raza", "para que sea gente bien, como uno", "para que le vaya a mi equipo...", la lista es infinita.


8. Para atrapar o conservar a un hombre

Uno pensaría que después del 68, la liberación femenina, el voto de la mujer y el fin de la edad media, ya estarían extintas las mujeres que se embarazan para que el novio se anime a casarse. Pues no, de hecho abundan en las regiones de mayor marginación. Tampoco faltan las mujeres que esperan que un hijo evite el divorcio y ayude a salvar el matrimonio.

Hay frases comunes relacionadas con el asunto: "Un hombre no sabe que quiere ser padre hasta que lo es", "ya que vea al bebé se quedará contigo", "a mi prima le funcionó".

En México, el 20 por ciento de los hogares sólo tienen a la madre como jefa y sostén. Al menos a ese 20 por ciento del total de mujeres que son madres y jefas de hogar, tener un hijo no sirvió para evitar un divorcio o para convencer al padre de quedarse y hacerse cargo de los niños. Se pueden tener ideas, datos, teorías y opiniones acerca de quienes no quieren ver a sus hijos o hacerse cargo de ellos, lo importante es que eso NO funciona.

Ya que toco el tema agregaré que no existen "madre solteras" y "madres casadas" Sólo existen madres, y ya.


9. Para tener quien nos acompañe en la vejez

¿Quién te cuidará cuando estés vieja? Me gustaría saber si las personas que preguntan eso visitan a sus padres y cuidan de ellos, o tienen pensado hacerlo.

La realidad es que 18 de cada cien ancianos son maltratado por sus hijos, abandonados y hasta despojados de sus casas por sus propios descendientes. 18 por ciento, puede no parecer mucho, pero son millones de ancianos en cada país los que viven esa dolorosa realidad.

Además, para la cuarta parte de los ancianos su pensión de retiro es insuficiente y tienen que hacer algún trabajo, casi siempre con ingresos de salario mínimo, para sostenerse. Ahí no hay hijos que velen por ellos, pues no es necesario llegar al extremo de maltratarlos o despojarlos. Los hijos tienen sus propios problemas, sus propios apuros y sus propias deudas, así que difícilmente se harán cargo de los problemas de los padres.

De hecho, lo más probable es que, aún en la vejez, los hijos no dejen de acudir a los padres, sobre todo para que les ayuden a cuidar de los nietos.

Cierto, después de una vida de trabajo todos deberíamos tener un retiro digno, tranquilo y seguro. Después de años de cuidar y educar a los hijos uno esperaría, por lo menos, gratitud.

Por supuesto, todos conocemos a alguien que sí cuida, apoya o envía a sus padres de viaje en la vejez, pero esos casos son una minoría. Por desgracia, la mayoría de nosotros pertenecemos a la mayoría.


10. Para contar con su fuerza de trabajo

No siempre es una mala razón. En una granja o un rancho, en donde hay que cuidar 40 vacas, o 150 cabras, 200 pollos, además de cultivar 400 acres, o 30 hectáreas de tierra, y limpiar, cosechar, y almacenar, tener brazos extra tiene mucho sentido. Los hijos pueden compartir los beneficios y heredar la tierra. También ocurre con ciertos negocios.

Pero en una ciudad lo más probable es que más hijos sólo traigan más presión, más competencia para los pocos puestos de trabajo disponibles, más demanda de servicios educativos y de salud, más necesidad de subsidios y, mientras las oportunidades sigan escasas, cada persona puede aportar poco más que su desesperación.

Si, dramático.

Bonus: Para evitar la extinción de la especie. 

Una especie que tiene más de 7 mil millones de ejemplares repartidos por todo el planeta, con capacidad para sobrevivir y proliferar en los climas mas diversos no está precisamente al borde de la extinción. Tan sólo en el medio siglo de 1965 a 2015 la población mundial se duplicó.

Es verdad que no en todas la regiones las personas se reproducen al mismo ritmo. La próspera Europa, que tanto creció durante la revolución industrial y el siglo XX, a principios del XXI mostraba una estabilidad que lentamente se transforma en decrecimiento. Esa tendencia tiene muy alarmadas a las personas que temen que en pocos años los inmigrantes se conviertan en mayoría.

No faltan quienes afirman, preocupados, que la humanidad está dejando de cumplir con el mandato de crecer y multiplicarse, aunque la revolución industrial y el estado de bienestar hayan generado condiciones para multiplicarnos de manera exponencial. En la mayor parte del mundo la población no deja de crecer.

Así que podemos dormir tranquilos, a menos que venga una tercera guerra mundial o el apocalipsis zombie, una extinción de la humanidad no se ve en el horizonte.





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