jueves, 25 de abril de 2013

Eufemismos a la carta

El eufemismo es una palabra que se utiliza para atenuar el significado de una realidad en la mente de quien lo pronuncia. Para decirlo claro, el eufemismo es una palabra que alivia la conciencia de quien lo usa, maquilla la realidad pero la cambia. George Orwell retrató con gran lucidez los eufemismos a lo largo de su obra. En 1984 el ministerio que se encarga administra la guerra se llama Ministerio de la Paz y el que fomenta el odio entre las personas se llama Ministerio del Amor. En Rebelión en la Granja, los cerdos llaman interés colectivo a su interés egoísta. 

Regresemos al mundo real. En los Estados Unidos se ha llamado la atención sobre el hecho de que llamar "afroamericanos" a los negros no cambia el hecho de que se les discrimine (y en algunos estados se les persigue) por el color de su piel. Siempre que miro Being Human y Doctor Who me pregunto cómo llaman los ingleses a Lenora Crichlow y Freema Agyeman ¿afrobritánicas? 

Especialmente cruel es el eufemismo que llama "daños colaterales" a la muerte de civiles durante un enfrentamiento militar. 

La cuestión es que al usa la expresión daños colaterales se despersonaliza el asunto, dejan de ser personas que volaron en pedacitos durante un bombardeo para convertirse en algo abstracto, que se contabiliza en la misma lista que las carreteras dañadas, los postes derribados y los vidrios rotos. Quien ordena un bombardeo no se conmueve ante un daño colateral (vidrios y postes) como se conmovería ante personas muertas y mutiladas. La culpa se diluye para él, pero también para el público, que al no escuchar las palabras heridos, mancos o cadáveres, toma las noticias con serenidad y refrenda el apoyo a ese brillante líder que es capaz de invadir un país casi sin derramar sangre. 

El lenguaje oficial (o sea, del gobierno, para evitar el probable eufemismo) es rico en expresiones de este tipo. Hace un par de décadas las autoridades mexicanas comenzaron a llamar "depósitos ecológicos" a los botes de basura porque así se convencían a ellos mismos que estaban haciendo algo por el medio ambiente. El uso de la palabra ecológico parecía lo suficientemente ecologista, y se sintieron tan cómodos que pocos años después ordenaron pintar de verde todos los taxis y les llamaron taxis ecológicos. Supongo que pintados de verde y vistos desde un helicóptero daban la impresión de que la ciudad estaba llena de jardines. 

Otras veces los eufemismos son involuntariamente crueles, por ejemplo, cuando llaman a las personas con discapacidad "personas con capacidades diferentes". Capacidades diferentes todos las tenemos y usar esa expresión enmascara el hecho de que lo que se necesita no es un lenguaje amable, sino acciones amables que tengan la forma de libros en braille, rampas de acceso y oportunidades de trabajo para las personas ciegas, inválidas o mancas.

Esto me recuerda un par de cosas. En un empleo que tuve acompañé a entregar libros a una biblioteca braille, ahí supe que los ciegos se llaman ciegos unos a otros y esperan que la gente les considere ciegos (y no personas con discapacidad visual) porque es más claro pensar "ahí viene un ciego, evitaré estorbarle" que pensar "ahí viene una persona con discapacidad visual... ¿será total o parcial? ¿tendrá glaucoma, miopía aguda, ceguera parcial de un ojo, o total? ¿ceguera parcial o total de ambos? ¿Podrá percibir mi silueta o mejor me quito para evitar un bastonazo o un choque con mi persona?"

En un empleo posterior asistí a un programa de radio que producen y realizan personas con discapacidad. En este programa, que recomiendo por su calidad y se llama "La Pirinola", cada locutor dice su discapacidad después de indicar su nombre. No se avergüenzan de ellas ni les dan nombres bonitos, prefieren enfrentarlas, vivir con ellas y hacer de ellas (de sus discapacidades) una oportunidad para dar un servicio al público. 

También es cruel llamar a los ancianos "adultos en plenitud". Lo es porque al llegar a la ancianidad lo único pleno son los achaques, las lagunas mentales y el abandono. Porque, a menos que uno sea el Papa, la vejez es ausencia de oportunidades y consideración. Para los ancianos la plenitud quedó atrás y despejarlos de su verdadero nombre "ancianos" es negar lo que en verdad tienen: sus memorias, su experiencia, su pensión mensual. La Cámara de Senadores tiene ese nombre porque en Roma el Senado era integrado por las personas con prestigio: los senectos. La ancianidad, vejez o senectud tiene su propia dignidad, que no se recupera dándoles un nombre pintoresco y contradictorio, pues los verdaderos adultos en plenitud son los de 30 a 60 años, que si les da la gana pueden gastar, follar, comer, beber, cantar y correr. 

Otra expresión que dista de decir lo que pretende es "privación ilegal de la libertad" por "secuestro". Un secuestro es un secuestro y un secuestrador es un secuestrador.  La privación ilegal de la libertad es un eufemismo que en realidad contiene una profunda ironía. La verdadera privación ilegal de la libertad es cuando una persona es detenida y encarcelada injustamente. Las autoridades mexicanas (nuestro "H" Ministerio Público, pues) son un verdadero ejército de privadores ilegales de la libertad, pues como ya se ha documentado, entre ellos la detención de inocentes y fabricación de pruebas es más una norma que una excepción

No estaría mal que a quienes detienen inocentes para cargarles los delitos de verdaderos  culpables a quienes por pereza, estupidez o temor, no persiguen, les sean aplicadas las penas que el Código Penal señala para quienes privan a una persona de su libertad ilegalmente, esto es, inconstitucionalmente, alterando las pruebas, ignorando las leyes y violando sus derechos. 

Además de este, hay otros eufemismos que pretenden ocultar un fracaso o un trabajo mal hecho. El más común en esta categoría es "Centro de readaptación social" por cárcel, prisión, penal, calabozo, galera, chirola o penitenciaría. Para empezar, ahí no se re-adapta nadie. Muchos ni siquiera desean readaptarse, pues los que sí pueden y probablemente quieren readaptarse van a lugares que no usan el nombre de centros de readaptación social, sino cárcel de baja seguridad (como esas funcionan mejor no necesitan el eufemismo). 

Pero también debemos considerar que las personas que van a un centro de readaptación social no son precisamente los desadaptados o inadaptados. Para empezar, en México esos lugares están llenos de inocentes o delincuentes menores, mientras los verdaderos criminales (criminales, no personas que requieren readaptación) que dirigen bandas de secuestradores, lavadores de dinero y vendedores de heroína se pasean en Hummer y beben medias de seda junto a su piscina olímpica (aunque no sepan nadar). La verdadera categoría de inadaptados puede ser más válida para artistas, luchadores sociales (de los sinceros, no vividores), místicos, predicadores y vagabundos. Como dice Bruce Willis en 12 Monkeys. "No estoy loco, sólo soy socialmente divergente". 

Por cierto, el gobierno soviético sí consideraba inadaptados (al socialismo) a todos estos grupos, junto con las monjas, cosacos, periodistas independientes, caricaturistas, homosexuales, disidentes políticos y poetas líricos, por lo que los mandaba a verdaderos centros de reeducación (re-adaptación) llamados gulags. La mayoría de ellos moría antes de llegar a Siberia y el resto no sobrevivía más que un par de años, pero tal vez  al final comprendieran que el sistema era generoso y sus últimas palabras fueran una alabanza para los camaradas del PCUS. El régimen soviético fue pródigo en eufemismos.

Ya que menciono a los vagabundos, hay para ellos otro eufemismo los convierte en un tecnicismo mientras esconde sus realidades, tragedias y tristezas bajo la alfombra. Se les llama "personas en situación de calle". Lo que este concepto tan científico no menciona es que en esa situación se agrupan las indigencias voluntarias e involuntarias, el abandono familiar, los pleitos por herencias, la conveniencia y explotación (por la industria de la limosna), uno que otro predicador y bastantes inmigrantes. Las personas en situación de calle no representan un montón de problemas por atender, ni suenan como seres humanos que viven tragedias de desempleo, viudez o esquizofrenia. El asunto se resuelve desde el punto de vista de la política pública metiéndolos a) en un albergue durante el invierno b) en un comedor cada mañana c) en un programa burocrático  d) en la lista de reclamos que la izquierda le hace al neoliberalismo. En ese orden. 

Muy cerca de esta realidad está otro tecnicismo utilizado para resolver un problema sin resolverlo. me refiero a llamar al aborto "interrupción legal del embarazo", cuando lo que en realidad ocurre es "la muerte deliberada de un feto". No discutiré aquí la libertad de la mujer para deshacerse de un crío (aunque una ley equitativa debería permitir por igual a un hombre desembarazarse de los embarazos que le resulten embarazosos, tal como se lo permite a las mujeres, en nombre de la equidad) y menos aún daré crédito alguno a los grupos religiosos que convierten un asunto biológico, legal e individual en un tema religioso (y con ello hacen imposible un análisis racional del tema). 

Lo importante es que al llamar a la muerte premeditada de un feto con el eufemismo de interrupción legal del embarazo, pretenden ocultar algunas cuestiones fundamentales: 1. Que cuando una mujer se embaraza normalmente espera que eso lleve al nacimiento de un niño y no de un producto (un producto es algo impersonal, como podría podría ser un ventilador), 2. Que si el embarazo diera lugar a un producto (digamos el ventilador) la mujer no se desembarazaría de él, sabe que el resultado será un niño (o niña) que requerirá cuidados, atenciones y respuestas (¿Quién es el padre?, ¿Aceptará su paternidad? ¿Qué dirá la gente? ¿Por qué no "te cuidaste"? etc.), 4. Que una mujer porque sea dueña de su cuerpo, sino porque no lo es y tan no lo es que la sociedad, la pobreza, la inequidad, etc, la ponen en una situación de desesperación y desamparo... no me creo eso del instinto materno, pero las propias feministas han dicho que ninguna mujer quiere abortar,  4. Que la triste realidad que lleva a una mujer a abortar sigue ahí después de que ella sale de la clínica, 5. Que el aborto no necesariamente es un acto de emancipación, sobre todo cuando ocurre por presión familiar, social, de la pareja, 6. Que a lo mejor el sistema de salud puede evitar los gastos en un niño recién nacido, pero no evitará el costo psiquiátrico de una mujer atormentada y llena de culpa (no necesariamente religiosa, las ateas también sufren y también aman), 7. Que una verdadera interrupción legal del embarazo no sería un aborto, sino una cesárea. Ahí se interrumpe un embarazo, de manera legal, porque si no se interrumpe, el niño se ahoga o se le enreda el cordón. 

En materia de empoderamiento femenino hay otra expresión especialmente atroz: el "sexoservicio". Además de sonar a máquina expendedora o a muñeca japonesa, no logra ocultar que detrás de la prostitución hay distintas realidades que deberían leerse, entenderse y tratarse por separado: no es lo mismo la prostitución voluntaria que la que se ejerce en estado de esclavitud. Como no es lo mismo Amsterdam que La Habana, Moscú o Filipinas. pero hay algo más: al usar el tecnicismo se despoja al oficio de su dignidad histórica y su verdadero valor profesional: los grandes imperios de la antigüedad expandieron sus fronteras y su influencia cultural con dos ejércitos, el de soldados y el de prostitutas que acompañaba, con todas las consecuencias étnicas, culturales y sociales que eso dejó. Especialmente repugnante me parece ese eufemismo que evita usar la palabra prostitución para llamarla "el oficio más antiguo del mundo". Eso es ignorancia y estupidez llevada la máximo.  Hay una veintena de oficios más antiguos, entre ellos el de creador de eufemismos, que es un eufemismo para embaucador.

Otros eufemismos tienen su propia carga de ridículo. Que un adicto a las drogas ahora sea llamado  "farmacodependiente" hace que cualquiera deje de imaginarse a un yoki con ojos vidriosos y piense en alguien que trabaja de farmaco-dependiente para el Dr. Simi. En la España franquista al rojo se le llamó encarnado y en el México del siglo XXI cuando alguien habla de muchos abusos que cometió el PRI durante el siglo XX se refiere a este partido como el partido hegemónico (no el PRI). Al negar esos antecedentes perpetrados por las mismas personas que encabezaban las listas de candidatos, los abusos del siglo pasado dejaron de ser responsabilidad del PRI para convertirse en acciones del extinto partido hegemónico. Y ya sabemos quién ganó la elección. 

Que una mujer se alivie (¿acaso un feto es un tumor? o que los abortistas radicales digan que el feto es un producto, como la harinas) o que dé a luz (como su fuera una lámpara). Que dos personas hagan el amor aunque entre ellos no haya amor y a veces ni siquiera amistad, o que alguien pase a mejor vida (¿por que no a mejor muerte?) son algunos eufemismo tan viejos que ya ni se consideran eufemismos. 

A veces el eufemismo es tan chocante que la gente termina hallándolo repelente y regresa a la palabra original: a los depósitos ecológicos se les llama de nuevo basureros, y a los WC o servicios de nuevo se les llama baños

Mientras tanto, al vándalo le llamamos disidente político, al padre de familia trabajador le llamamos burgués y al que vive y viaja de su beca si producir algo útil para el mundo (lo que para Marx sería un burgués) le llamamos intelectual. Al niño descuartizado por una mina le decimos daño colateral, al injustamente encarcelado le llamamos falla del sistema judicial y al funcionario incompetente le llamamos área de oportunidad. Los eufemismos son una verdadera área de oportunidad. 



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