viernes, 15 de octubre de 2010

La Muerte en persona





Estamos tan acostumbrados a ver la muerte representada como una persona que ya nadie se pregunta cómo es que una idea tan abstracta, llegó a ser personificada.

Es verdad que los elementos, los fenómenos y hasta las virtudes han sido representados como seres desde los tiempos más remotos; también lo es que hay cualidades y defectos que llegan a ser personificados, pero esto se entiende porque hay personas que son recordadas precisamente por esas cualidades a un grado legendario: Ricardo Corazón de León el valor, El Cid la lealtad, Casanova la seducción, Nerón la arrogancia, etc. Pero la muerte es algo que no se podría identificar como una persona a menos que, como Phillip Pulman consideremos que cada uno de nosotros pasa la vida, sin saberlo, acompañado de su propia muerte.

Como fenómeno y acto (¿si morir no fuera una acción como podría ser un verbo?) es más sencillo comprender que casi todas las mitologías vincularan la muerte o el destino de los muertos a una deidad. Hay Dioses, Diosas, Ángeles y Hadas de la muerte, pero también hay una imagen universal de la muerte como entidad. La diferencia es importante: No es lo mismo Hades, el Señor de los muertos que habita en la morada del mismo nombre que Tánatos (la muerte tranquila) y las Keres (una por cada forma de muerte violenta). La Muerte como SER es distinta e independiente de los actos de los dioses, tanto que hasta algunos de ellos llegan a morir. Y sin embargo, no es Dios ni se le considera en mitología alguna como un ser superior a los Dioses.

La muerte es más un mensajero, un guía o un guardián que una deidad con plenos poderes. Así son las misiones que cumplen Azrael y Abbadon para los hebreos, Mordad para los persas, Tánatos, las Keres y las Moiras para los griegos, Iama para los Induístas, las Banshees para los antiguos irlandeses, Hela para los escandinavos, Enma para los japoneses o la Santa Muerte para muchos mexicanos del presente. Algunas de estas figuras son universales: La Banshees, como la Llorona anuncian la muerte y la destrucción; Caronte, Tánatos y Azrael cumplen la misión de llevar a los muertos al más allá; las Banshees, la Santa Muerte y en sus representaciones modernas Enma, son femeninas y con frecuencia hermosas.

A pesar de todo, no siempre es solemne: la muerte del Séptimo Sello juega ajedrez y tiene un humor siniestro (¿Cual otro podria tener?);  la Catrina canta, baila y ríe; Enma Ai es obscura y fatal aunque parezca una niña. En la Danza Macabra la muerte se lleva a todos, sin distinción, de una forma alegre, entre música y bailes.

A la Muerte se le teme pero también se le estima, pues iguala a ricos y pobres, a hombres y esclavos, a hombres y dioses. Se le imagina severa, pero gentil; unas veces triste y casi siempre indiferente ante el significado de su misión que en todas las mitologías realiza con un pulcro profesionalismo.

Llena de virtudes y belleza el único defecto de le Muerte es que las noticias que trae no suelen considerarse buenas. Aunque vez lo sean y nuestro apego a este mundo material sea un error; lamentablemente, quienes han ido con ella no acostumbran volver para contarnos sus experiencias. Mientras esto siga así, la hermosa, alegre y profesional muerte seguirá pareciéndonos letal.

Danse Macabre

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