miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una historia

Había una persona... digamos que el primo de una amigo, que trabajaba en un lugar llamado IFE. en le área que trabajaba todos eran hipsters, progresistas e izquierdistas fuera de duda. Todos, menos él, sufrieron mucho cuando el candidato de la izquierda perdió la presidencia y algunos hasta llegaron a dudar si, pese a trabajar ahí, algo raro, o ilegal había pasado frente a sus ojos sin que ellos lo notaran. 

Un día, el alto mando de aquélla institución ordenó un recorte presupuestario. para hacer frente a esta contingencia, ellos decidieron despedir a la gente que no se consideraba... digamos, indispensable, a saber, auxiliares, secretarias y mensajeros. Todos los que eran jefes de algo y subdirectores conservaron sus puestos con seguro de gastos médicos y prestaciones íntegras. 

El primo de una amigo, que se sentía fuera de lugar en aquel ambiente, se atrevió a proponer una solución  diferente: aquéllas personas, que no parecían indispensables, a su manera de ver si lo eran y por eso habían sido contratadas. De acuerdo con sus cálculos una reducción de las prestaciones que recibían los mandos medios y superiores representaría mayores ahorros que el despido de aquellas personas. Bien, se atrevió a plantear esto de sacrificar el seguro de gastos médicos (de todas maneras tienen seguridad social pública), en lugar de sacrificar personas  y como respuesta sólo obtuvo de aquellos comprometidos defensores de los pobres, divulgadores del neozapatismo y valientes críticos del neoliberalismo egoísta, un prolongado y hostil silencio. 
El ya dejó de trabajar ahí, pero aquellos próceres de la justicia social aún colaboran en esa institución. seis años después no dudan en asegurar que el IFE participó en la orquestación de un fraude, aunque no logren acreditar cómo se hizo o que vieron ellos, observadores privilegiados del tejemaneje electoral. Todos ellos cobraron sus bonos, viajan en auto nuevo (porque los autos viejos contaminan y el transporte público está lleno de nacos) y siguen disfrutando de su seguro de gastos médicos que les permite usar hospitales privados... no sea que en los hospitales públicos vayan a contagiarles algo desagradable. 

Y como esta historia, tengo muchas más. 

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