martes, 29 de noviembre de 2011

Más allá de la Tolerancia

La tolerancia es un paso necesario pero insuficiente para la paz... sé que esto ya lo dije, pero es necesario repetirlo y resaltarlo, sobre todo porque la tolerancia no resuelve los conflictos que genera la diversidad, tan sólo los contiene y quizá los posterga.

Con todo, la tolerancia tiene la virtud de permitir la convivencia o por lo menos la coexistencia. Una sociedad sin diversidad no es una sociedad llena de tranquilidad, en la que los conflictos estén ausentes; por el contrario, una sociedad sin diversidad es un mundo de terror, en donde las minorías religiosas o culturales son perseguidas y violentadas, pero también en donde toda una población o por lo menos la mayoría de la población es perseguida, amenazada y agredida por una minoría que pretende establecer la hegemonía de sus ideas e intereses.

Por eso la tolerancia es un valor indispensable: en donde no hay tolerancia tampoco hay diversidad y en donde no hay diversidad su lugar es ocupado por los calabozos, los juicios sumarios, las ejecuciones masivas y la persecución por motivos étnicos, políticos, religiosos o culturales.

La tolerancia es el primer paso hacia una sociedad más justa, pero sólo es el primero. La tolerancia permitió que en EEUU los negros pudieran ingresar a la universidad, pero no levó a Obama a la Presidencia; la tolerancia permite que las mujeres trabajen, pero no les da igualdad de oportunidades profesionales; la tolerancia impide la persecución religiosa, pero no elimina el odio entre religiones.

Sin embargo, la búsqueda de la equidad, de la dignidad y de la justicia no es un camino que se pueda emprender siempre de la misma forma: tuvieron que pasar varias décadas de afroamericanos que se esforzaron por obtener buenas notas, gradarse, demostrar su competencia en el mundo profesional, incursionar en el derecho, la medicina, la alta empresa y la política antes de que uno de ellos pudiera ser votado para Presidente de los Estados Unidos  y por personas de todos los colores. Hace más de medio siglo que las mujeres de EEUU  y México tienen derecho al voto, pero en muchas empresas aún tienen cerrado el acceso a los puestos directivos y en muchos lugares aún se les paga menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo.

El terreno religioso me interesa de manera especial, pues en mi propio hogar vivo los desafíos de la diversidad y las dificultades del diálogo religioso. Este es uno de los mayores desafíos del presente, pues mientras que otras formas de intolerancia se combaten de manera frontal, institucional y pública, en los temas religiosos lo que hay es un lento y sostenido crecimiento de las hostilidades del cual las instituciones no se interesan y no se habla en público. Aquí la tolerancia se muestra especialmente insuficiente, pues si bien logra impedir que la hostilidad se transforme en violencia, no sirve para establecer puentes de diálogo ni construye más tregua que la que ya construyen las  leyes.

El conflicto social permanece y los rencores apenas se disimulan: las religiones compiten unas con otras y no siempre por salvar más almas y sí por ganar los mejores números. Al veces ni siquiera compiten por mostrar el mejor ejemplo de rectitud moral, de congruencia ideológica o de acciones humanitarias; sino llana y simplemente  compiten por tener el proselitismo más efectivo. Pero la situación entre religiosos y no religiosos, o anti-religiosos tampoco es menor: mientras que hay religiosos que desearían llevar a los ateos a la hoguera, hay ateos que quisieran volver a las glorias soviéticas y llevar a las personas religiosas a morir a Siberia. De eso hablo en mi entrada sobre "Los nuevos cruzados".

¿Que hay en materia religiosa más allá de la tolerancia? Pues hay varias cosas: hay comprensión, hay respeto, hay diálogo.

Hay comprensión, o debe haberla, porque en los extremos del conflicto entre religiosos y no religiosos lo que se enfrenta son dos verdades que no son absolutas pero ellos absolutizan. Lo pondré, por ahora, de manera muy simple y lo desarrollaré mejor en una próxima publicación: las personas religiosas defienden una verdad revelada por Dios. No es poca cosa, pero en la medida de que son ellos quienes creen que esa verdad es revelada por Dios, esa verdad es absoluta sólo para ellos y no para las personas de otras religiones ni para los ateos. Este límite es la comprensión necesaria.

Para los ateos extremistas y los anticlericales, la revelación que defiende a veces es la ciencia, pero con mayor frecuencia la revelación que los guía  no es la ciencia, sino el convencimiento de que las religiones son falsas; una vez más la comprensión necesaria aquí es que esa verdad llevada al absoluto, que todas las religiones son falsas, es válida y verdadera sólo para ellos; no para los escépticos, no para las personas con una religión; no para los místicos, ni siquiera para todos los científicos.

Lo segundo es el respeto: imaginemos a Moisés a Abraham, a Buda o a Mahoma a mitad de la calle. Cada uno de ellos recibió una revelación genuina, absoluta, trascendental y personal. Cada uno de ellos recibió la encomienda de transmitir esa verdad. Imaginemos que todos están parados, predicando en la misma plaza y en esa plaza también tienen sus respectivos lugares Carl Sagan, Richard Dawkins y Stephen Hawking. También ellos representan verdades que si bien no fueron sobrenaturalmente reveladas, sí lo fueron por la razón, la experimentación.

Ahora bien, la razón y la experimentación nos muestran que en los libros sagrados hay datos incorrectos  por ejemplo, la edad de tierra; pero eso no significa que todos lo datos de los libros sagrados sean falsos: la arqueología unas veces encuentra pistas en ellos para hacer hallazgos y otras confirma son proponérselo, algunas leyendas e historias sagradas, sin que eso signifique que todas son ciertas.

La física y las matemáticas, por su parte, carecen de ética y nos guste o no, durante milenios la religión fue la única guía moral de la humanidad, si hubo preceptos religiosos que ahora nos parecen cuestionables, corresponden a épocas en las que todas las personas hacían cosas que en el presente nos parecen cuestionables, mientras que nosotros hacemos cosas que a ellos les habrían parecido abominables (¿como permitir que una mujer salga de su casa sin un varón que la acompañe?; ¿como dar los mismo derechos a un hijo nacido en una matrimonio que a uno nacido en el pecado?) y sin embargo, para nosotros lo abominable sería hacer lo contrario.

Así que el respeto es el siguiente paso: una vez que entendemos que la verdad absoluta y revelada sólo lo es para nosotros mismos a menos que logremos convencer al vecino de nuestra verdad, no se la podemos imponer si podemos suponer que nuestra verdad es superior a la suya o la suya inferior a la nuestras. En el respeto todas las verdades poseen la misma dignidad y derecho a coexistir siempre que no atenten contra la vida, la dignidad humana y la coexistencia pacífica entre distintas verdades. No se trata de relativizar o de creer que la verdad es algo relativo; sino de entender que una verdad sólo es absoluta para quien la defiende y que eso no hace que las otras sean relativas; es difícil entenderlo, pero ninguna lo es y entender eso es indispensable para establecer el respeto.

Esto nos lleva a los más difícil: el diálogo; pero una vez que entendemos que la verdad no se impone ni es intrínsecamente superior, hay posibilidades de dialogar. En México suele decirse que no hay que hablar de futbol, política no religión; el resultado es un país lleno de fanáticos que juegan mal, apoyan a pésimos equipos y se decepcionan cada cuatro años pro el desempeño de una selección que no tiene bases culturales, educativas o de diálogo para ser buena.

La política está anclada en algún lugar de la guerra fría y dominada por tres partidos que aun en su interior temen al diálogo y creen que la diversidad es una debilidad; pero aún, evitan discutir los grandes problemas nacionales, sólo se acusan unos a otros de haberlos generado pero nunca se sientan a buscar una solución.

En religión, vivimos en un país en el que se teme hablar de religión, hasta de la propia; en el que las personas religiosas evitan a las ateas, las ateas a las religiosas, los protesantes desprecian a los católicos, los católicos a los protestantes y todos se odian a todos y para no odiarse prefieren hablar del clima y del tráfico, pero el conflicto sigue sin resolverse. Y todo conflicto que no se resuelve crece.

¿Propongo algo? Sí, propongo comprender, respetar y diálogar y sobre cada uno de esos elementos seguiré escribiendo.




miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una educación sin odio

La tolerancia es un paso necesario, pero insuficiente para vivir en paz. La paz es necesaria para crecer, para progresar, para prosperar. Una sociedad sin paz es una sociedad con un presente tormentoso y un futuro dudoso... no importa cómo haya sido su pasado, aunque la falta de paz presente generalmente proviene de heridas pasadas que no se curan porque no se perdonan. Es cierto que el perdón no revive a los muertos, pero el rencor menos; de hecho el rencor sólo genera más muertes, más dolor y nuevos rencores. ¿A qué viene todo esto?

México es un país lleno de rencores. Desde la primaria nos enseñan a odiar a los españoles "que vinieron a matar indígenas" y contagiarles viruela para "quitarles su oro". También nos enseñan a desconfiar de los extranjeros y en especial los norteamericanos porque ellos "nos arrebataron la mitad de nuestro territorio"; Ya en secundaria nos enseñan a odiar a los extranjeros en general bajo el argumento de que "quieren nuestro petróleo" y no es raro que en preparatoria se nos enseñe a odiar a las religiones porque son "el opio de los pueblos"; bueno, todos esos odios los enseñan en las escuelas públicas y cualquiera que haya asistido a una puede confirmarlo...

La verdad es que un puñado de españoles pudo vencer a los aztecas porque les ayudaron todos los enemigos que los aztecas se echaron encima y no por traidores, sino para liberarse de un reino déspota que cazaba humanos y tiranizaba a todos sus vecinos. La siguiente verdad es que los norteamericanos pudieron ganarle la guerra a México porque encontraron un país dividido, en el que los mexicanos estaban más dedicados a pelear y matarse entre ellos que en defenderse de los invasores. Ese territorio, rico en petróleo, oro y fértiles tierras de cultivo, está mejor en manos de quienes saben convertir los recurso en riqueza y no en ganancias y privilegios para partidos, sindicatos y mafias; por eso las tierras de la alta California siguen fértiles mientras en también fértil bajío se convierte en un desierto; por eso el oro de california se convirtió en leyenda, pero el de las minas mexicanas se convirtió en parrandas; por eso el petróleo texano aún se vende a México mientras el más abundante petróleo del Golfo se fue en burocracia, propaganda y gastos suntuarios. Y no faltará quien me acuse de traidor y neoliberal por escribir eso, lo cual sólo demostrará lo eficaz que es nuestro sistema educativo para enseñar teorías conspirativas en lugar de enseñar matemáticas o... a leer, pero ejemplo.

Pero la educación privada también difunde sus mitos y sus odios; por ejemplo, enseñan que lo mejor que trajeron los españoles fue la religión; no la numeración arábiga, el uso práctico de la rueda o la fundición del hierrro; no señores, la religión. También enseñan que Juárez desamortizó los bienes del clero porque era un masón y un malvado, no porque esos bienes fueran tierras y propiedades inactivas y por lo tanto improductivas. Enseñan, además, que toda ley que se opone a los intereses de los privilegiados o de la iglesia no obedece a razones de ingeniería social, cálculo económico o interés público, sino a simple y pura maldad mezclada con masonería. Enseñan también a hablar inglés, o al menos eso le prometes a los padres que pagan la cuota, pero de geografía, física, biología o historia no enseñan gran cosa. Cualquiera que vea los resultados de la prueba Enlace puede ver si miento o digo la verdad.

El problema es que en general tenemos un sistema educativo público y privado que pierde horas valiosas enseñando a odiar y no a crear, conocer o compartir. Pedir que enseñen a perdonar ya es demasiado.
Sin embargo, es necesario. Crecemos con la cabeza llena de teorías conspirativas y aún los buenos profesores, los que no pierden el tiempo con esas tonterías deben dedicar una parte de su tiempo a corregir, argumentar, explicar, documentar la realidad: que ni todos los masones son políticos ni todos los políticos son masones; que los judíos no se quieren apoderar del país; que a lso norteamericanos no les interesa adueñarse de un territorio que ya fue devastado y squeado por sus propios pobladores; que no hay una conspiración mundial para esterilizar al apoblación mexicana; que tampoco hay una conspiración comunista, ni gay... lo increíble es llegar a la Universidad y ver que ahí en cada semestre me tocaban uno o dos maestros que dedicaban sus horas clase a ignorar el plan de estudios y enseñar teorías conspiorativas, a remover heridas y apromover el odio.  Lo bueno es que en cada semestre hubo también uno o dos maestros dedicados a corregir eso y uno o dos que simplemente cumplian con e plan, enseñaban lo que debían enseñar y hacían de nosotros personas realmente preparadas para desarrollarnos profesionalmente.

Pero el daño está hecho. Los taxistas hablan de territorios en venta (o ya vendidos), los estudiantes aseguran que las universidades erán privatizadas y hasta conocía una abogada que aseguraba que ya había comenzado al aentrega del país a los extranjeros (los extranjeros son las personas que viven en extranjerolandia). Paranoias, conspiraciones y odios por todos lados.

De manera que, si queremos un país en el que la gente sepa tolerar un poco más, perdonar, y dialogar; en el que además, los niños salgan de la primaria con más horas dedicadas a la lectura, las multiplicaciones y la suma de fracciones; en lugar de estupideces sobre odiar a los españoles de hoy por lo que hicieron los de hace quinientos años, lo primero que hay que hacer es dejar de enseñarles a odiar.

¿Porque es tan importante eso?

Simple: sólo hay que salir a la calle y mirar como nadie se cede el paso; como los peatones ven a los automovilistas que no frenan para darles el paso aunque el semáforo este en verde y cómo hay automovilistas que ven a los peatones como unos jodidos aunque ellos mismos estén pagando el coche a cinco años. Hay que ver como en la fila del supermercado el que lleva nos odia al que no los lleva y viceversa. Cómo el que vive en el centro odia al que vive en las orillas, el obrero odia al profesionista y el profesionista al cura; el cura odia al maestro y el maestro al alumno, qiuen a su vez también odia al maestro. Hay odio de clase, odio racial, odio de género, de medio de transporte, de religión y hasta de temas tan intrascendentes como los equipos de futbol (¿la violencia deportiva les hace sentirse ingleses o argentinos?)

Con tanto odio es relativamente sencillo que nadie se solidarice con quien muere en plena calle de un infarto (lo he visto) ni con la anciana que va de pie en el transporte público. Tampoco es extraño que el trabajador crea que su patrón le explota sin preguntarse las deudas o presiones que su patrón debe soportar para evitar la quiebra, mienstras que el asuma, sin saber y sin reflexionar o averiguar, que sus trabajadores le roban. Un país con tanto odio resulta propicio para que el ladrón no sienta que le quita el pan a un trabajador, sino que hace un acto de justicia, el asesino sienta que no comete un crimen, sino un acto de supervivencia y el funcionario corrupto sienta que está cobrando lo que la institción o la patria misma le deben y no le pagaran de otra manera.

En resumen, un país en el que se siembra odio en lso niños es un  país que odio cosecha. Y lo seguirá cosechando mientras no cambie de película, o de telenovela, o mejor apague la televisión y deje de añorar el país de sus abuelos para comenzar a constrirlo él mismo, perdonando al que le arroja el auto, al peatón que se atravieza son mirar... pero sin perdonarse a sí mismo; simn perdonarse esperar alos hijos en segunda fila, sin perdonarse por imprimir la tarea d elso hijos en el trabajo y sin perdonarse por robar el agua o la luz eléctrrica.

Y tal vez, ya puestos a odiar menos, aprendamos a perdonar más los errores ajenos y aprender de los propios. a desconfiar menos y a ser nosotros mismos más confiables; con un poco de confianza se ahorrarían las toneladas de papel que cuesta hacer todo por triplicado, con firma autógrafa y certificado ante notario. ¿Cuanto cuesta hacer en doce trámites lo que podría hacerse en dos o en tres? ¿Cuanto ahoraríamos si los partidos dejaran de querer sentirse más listos? ¿Si los conductores pretendieran ser menos liststo que los otros?

¿Cuánto eleva el precio de todo el ser tan desconfiados, tan poco confiables? ¡cuanto cuesta odiar, si lo convertimos en tiempo, en horas, en dinero, en energía?

¿Cuanto nos costó hoy mismo, esta tarde el odio y la desconfianza? ¿Proponer el perdón y l ainteligencia es sólo una idea bonita o tendría consecuencias prácticas?

viernes, 11 de noviembre de 2011

Siete mitos sobre la lectura

1. Leer sólo es para estudiar
En un país sin lectores y, en general con poca educación, es común pensar que quien tiene un libro frente a las narices está preparándose para un examen o buscando respuestas acerca del Universo.
Lo cierto es que hay libros que enseñan (como los de Tim Carford, Carl Sagan y Alan Sokal), libros que divierten y enseñan (como los de Malcom Gladwell, Bill Bryson y Marvin Harris), libros que divierten mucho y no pretenden darnos lecciones (como los de Douglas Adams, J.K. Rowling y Eva Ibbotson), además de libros que no divierten tanto aunque sí pretenden enseñar (como los de J.J. Benítez, Dan Brown o Max Toth);  Quien afirme que en los libros sólo hay estudio y no emoción es porque no tenido en sus manos un volumen de El Pequeño Vampiro, Harry Potter, Molley Moon, el Mundo de Tinta, el Señor de los Anillos o el Criptonomicón, que son diversión y acción pura.
Un buen libro de aventuras es como tener una pantalla Imax dentro de la cabeza.

2. Leer es para inadaptados, frikis, timoratos.
Hay dos cosas que decir sobre esto:
1. Los inadaptados son personas que encuentran que algo en el mundo no les gusta y hacen algo por cambiarlo; desde esta perspectiva, Martin Luther King, Nelson Mandela, Steve Jobs, Luis Pasteur, John Lennon, Vladimir Lenin, Eleanor Roosevelt, Mijaíl Gorvachov y Juan Pablo II, sólo peor mencionar algunos, fueron unos verdaderos inadaptados.
2. Me gustaría encontrarle lo timorato a Georges Bataille, a H.P. Lovecraft, a Jack Kerovac, a Juan Rulfo (bueno, dicen que él si era friki) o a José Saramago: ahí hay transgresión, hay mordacidad, hay audacia, hay vitalidad. Algunos escritores, como Hemingway, Remarque o Kerovac han sido verdaderos tipos duros, de esos que van a la guerra, recorren el mundo a pie y pelean en los bares.

3. Leer es aburrido.
Lo que es aburrido es mirar una y otra vez en mismo estúpido chiste racista, sexista o machista en el canal de las estrellas. Es cierto que en televisión existe el humor inteligente, fresco e ingenioso (Scrubs, Mithbusters, House, Seinfield), pero esos programas fueron hechos por gente que sí lee.
Uno puede reír durante horas leyendo el perturbador humor de Douglas Adams, el ingenio perverso de Roal Dahl, la chispeante agudeza de Alan Bradley o el cínico desparpajo de Xavier Velasco. Las entregas de Harry Potter hicieron que millones de personas de todo el mundo se desvelaran primero esperándolos y después leyéndolos. El Ensayo sobre la Ceguera, la Historiadora, El Señor de los Anillos, Los Mitos de Ctuluh, Neuromante, Criptonomicón, Drácula, Guía del Autoestopista Galáctico son obras que uno no puede soltar.

4. Leer es para loosers.
Me parece que un verdadero looser sería el que pierde la tarde mirando como se divierten Charlie Sheen, Jason Presley o David Duchovny. Ellos tres (los reales, no sus personajes) leen bastante, por cierto.
Vamos, cualquier persona que aspire a ser algo en esta vida necesita leer un poco... a menos que se dedique a la política o los programas de variedades, que son más o menos lo mismo.

5. Los que leen son feos y nada atléticos.
En realidad esos son los que se sientan a ver programas de variedades y videos de Reggaetón.
Veamos algunos casos extremos: para ser actor o acriz en Hollywood hay que leer y mucho (los guiones son enormes, cuando una película se basa en un libro tienen que leerlo también, etc.), pero hays algunos casos especiales; por ejemplo, Heidy Lamar fue Ingeniera en Telecomunicaciones e inventó el sistema de control de de los misiles que fueron instalados en Bahía de Cochinos; Dolph Lundgren (el grandote de Rocky IV) es ingeniero químico con un máster en Matemáticas, Rashida Jones está graduada en Filosofía y Religión en Harvard, Kate Beckinsale está graduada en Literaturas Francesa y Rusa en Oxford, Jodie Foster tiene un tútulo en literatura por la Universidad de Yale, Jennifer Connely es licenciada en literatura por Stanford, Famke Jensen estudió economía en Amsterdam y se licenció en titeratura en Columbia, Natalie Portman se graduó en psicología en Harvard, Elizabeth Sue es licenciada en administración por Harvard, Arnold trabalenguas tiene un Máster en Administración, Matt Damon es filólogo, Richard Gere fue maestro de Filosofía, Danica McLellar es investigadora universitaria y coautora de un teorema matemático, Mr. bean tiene un Máster en Ingeniería Electrónica por Oxford... puro nerd.

6. Leer exige tiempo. 

La excusa más común para no leer es la falta de tiempo. Cuando se pregunta a la gente por qué no leen o no hacen (hacemos) ejercicio la respuesta eterna es "por falta de tiempo" como si este país estuviera lleno de gente ocupada, llena de grandes compromisos y obligaciones...pero sí que hay tiempo para estar 4 horas diarias frente al televisor, más de una hora en Facebook (mirar las fotos de la fiesta o estalkear a los "ex" no es leer), o dos horas sentados en el Metro mirándo al vacío.
Es realmente sencillo, provechoso e inteligente llevar un libro y hacer más entretenidas esas dos o tres horas en el transporte público, los 20 minutos en la fila del banco, los 40 minutos esperando turno en la ventanilla de la delegación, 45 en el hospital, 50 en el dentista o esperando a alguien en un café... ¿le sigo?

7. Leer no es cool.
Sé que para algunas personas lo máximo sería convertirse en estrellas del futbol, de las telenovelas o de las secciones policiacas (con frecuencia son las mismas personas); pero las verdaderas celebridades no se distinguen por el Hummer amarillo ni los guardaespaldas; sino por sus habilidades sociales.
¿Cómo llegaron Cristina Fernández de Kirchner, Ángela Merkel, Fidel Castro y Barack Obama a donde están ahora? Convenciendo. ¿Que se necesita para convencer? Hay que conversar, animar, argumentar, estar lleno de respuestas inteligentes. ¿Como se logra eso? Leyendo. Esa es la diferencia entre un político y un líder; una estrella efímera y un verdadero actor; un intérprete y un músico; un boxeador retirado pobre y un boxeador retirado rico.
La fortuna favorece a quien lee y leer sí es cool.

La escuela: enemiga de los libros


Sospecho que la mayor responsable de que en este país no se lea es la escuela. Es verdad que los medios de comunicación le han ayudado mucho a promover el rechazo a los libros, entre ellos revistas que deberían estimular la lectura, pero que desisten de informar para poner más anuncios e ilustraciones.

Que la televisión no motiva a leer ya no es sorpresa, hay canales que no motivan ni a pensar y algunos que motivan más a dejar de respirar. El cine no parece enemigo de la lectura, toda vez que los libros llevados al cine suelen subir sus ventas, por lo que me atrevo a suponer una alianza mutuamente provechosa entre libros y cine, sin olvidar que la gente que ama los libros suele amar también el buen cine y que así como hay toda una cultura literaria hay una cultura cinéfila y... ya estoy divagando, concentrémonos.

Digo que la mayor responsable de que en este país no se lea es la escuela me baso en tres consideraciones que no son las únicas y quizá ´no sean las principales, pero sí son, a mi modo de ver, muy poderosas:

1. En la escuela hacen que uno odie los libros.

2. En la escuela hacen que la lectura sea una experiencia dolorosa.

3. En la escuela enseñan que los libros no son divertidos.

En la escuela hacen que uno odie los libros porque no muestran que la lectura puede ser una forma de entretenimiento; la reducen a una obligación, un trabajo, una tarea pesada que carece de placeres, experiencias inmersivas y hasta beneficios: ahí enseñan que se lee para obtener una calificación y en el mejor de los casos para aprender las respuestas de un examen, no para conocer cómo funcionan las cosas, no para tener respuestas, no para ser un buen conversador y nunca, jamás, para divertirse.


En la escuela hacen que la lectura sea una experiencia dolorosa porque los profesores más aburridos, los más crueles, los más incompetentes usan la lectura como forma de castigo. Hay profesores que ponen a los estudiantes a leer y subrayar el libro de texto mientras ellos juegan solitario en la laptop o miran revistas de chismes detrás de su escritorio; hay profesores que castigan a los alumnos haciéndolos leer cuando se portan mal (por lo tanto, la lectura es un castigo) y hay profesores que hacen leer sólo cuando andan de mal humor.  Lo que esos profesores enseñan es que la lectura no sirve para descansar, para entretener y mucho menos para pasar un rato agradable.

En la escuela enseñan que los libros no son divertidos porque cuando se toman la molestia de promover la lectura lo hacen con frases como "para ser mejores" "para superarnos" "para abrir nuestras mentes" "para ser más civilizados" "para ser más cultos" "para desarrollar nuestro sentido crítico" y nada de eso es divertido, ni parece algo que hagan las personas que se divierten.

En los mejores casos enseñarán que los escritores son gente que sufrió mucho antes de que los publicaran, que solían beber, errar y suicidarse... o que son millonarios como J.K. Rowling, Dan Brown o Stephenie Meyer. Así que los lectores vienen a ser solitarios que beben, vagan y sufren o millonarios a los que les sobra el tiempo para sentarse en un diván con un ejemplar de Chaucer en una mano y un Merlot en la otra.

Pero lo que menos se enseña a los estudiantes, es que leer puede ser una actividad que la gente normal realice de manera normal en su tiempo libre.



jueves, 10 de noviembre de 2011

Corintios 13, 1-13

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.

Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.

Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.

Carta del Apóstol Pablo a los Corintios 13, 1-13



Esta es la entrada número 100

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Cuál es el mejor navegador?

Net Market Share publica y actualiza día con día estadísticas sobre el uso de Internet. En sus reportes de hoy informan que el navegador más utilizado, con 52.63 por ciento de usuarios es el Explorer, seguido cada vez más cerca por Firefox con 22.52 por ciento de usuarios. El crecimiento de Firefox palidece frente al rápido avance de Chrome, que en 3 años ha logrado instalarse en 17.62 por ciento.

Hace doce años Explorer logró imponerse sobre todos los demás navegadores al conseguir la ventaja de ser el que venía pre-instalado en la mayoría de los equipos. Para los usuarios nuevos y para los usuarios elementales, aquéllos que sólo usan la máquina para decir en Twitter que se están comiendo una paleta de limón, poner las fotos de la fiesta del sábado en Facebook, jugar solitario y redactar oficios, para ellos Explorer es Internet y no conciben, ni se imaginan que haya otra forma de navegar.

Explorer tiene algunas ventajas claras; la primera es que viene integrado con Windows y eso falicita algunas tareas, como redactar un texto y enviarlo por correo con un sólo click, o insertar imágenes y textos en archivos que se integran con las referencias necesarias; nada mal. Otra ventaja es que por ser el navegador má difundido la mayoría de las páginas instoitucionales están diseñadas para ser vistas en él: los formularios de del gobierno vienen optimizados para Explorer así que aunque no me guste a veces tengo que usarlo. ¿Por qué solo a veces?

Porque aparte de las ventajas que ya mencioné, Explorer es una soberana porquería: el fabricante anuncia como innovaciones e ideas propias características que otros navegadores incluyen desde hace quince años Pero lo peor no es la engañosa actitud de sus creadores , sino su desempeño: 8nueve versiones y no sé cuantos parches después no han logrado construir un navegador confiable ni ligero.

Hay algo todavía peor que la legendaria inestabilidad de Explorer y es su lentitud.  Que sea pesado se perdona por la cantidad de características que trae, aunque la mayoría sólo queden en estado latente; el mayor defecto de Explorer es su lentitud. Sus usuarios, acostumbrados a que la carga de páginas tome tiempo, no tienen idea de lo que es la navegación ligera, veloz, sencilla y confiable de todos los demás navegadores.

Mozilla Firefox, se contruyó con los restos de Netscape y heredó lo mejor de él. Es sólido, confiable, intresante. Muchos se quejan de que es relativamente pesado y de que incorpora una enorme cantidad de gadgets y plugins innecesarios; pero la verdad es que uno puede confugurarlo más o menos como lo necesite. Aún en sus peores momentos Firefox es mucho mejor que Explorer.

Safari tiene una cuota de usuarios inexplicablemnte baja. Es confiable, rápido y fácil de entender. Pero también es aburrido; no se parece a un iPod, ni a una Mac y eso cuenta en un mundo en el que Apple conquistó mercado por su combinación de diseño y funcionalidad. Safari sólo tiene la funcionalidad.

El mejor diseño, sin embargo, lo tiene Opera. Por mucho tiempo fue mi navegador favorito y aún lo utilizo a veces. Opera es funcional y elegante al mismo tiempo, muy elegante. Opera tiene el mejor diseño de pestañas e incorpora el uso más inteligente de los mutiples botones del mouse, por lo que es ideal para editores y buscadores de información. No es bueno para procastinadores ni adictos a los juegos, pues su compatibilidad con las páginas es limitada y si se le exige puede llegar a ser lento, hasta inestable. Aún así, el concepto entero de Opera y su desempeño merecen un mejor posicionamiento del que actualmente tienen.

Chrome tiene la mejor relación entre diseño, funcionalidad, estabilidad y compatibilidad. Hace un par de años la navegación se complicaba en las páginas Web institucionales y los blogs saturados de animaciones, pero eso ya está prácticamente resuelto, excepto en aquéllos sitios que aún incorporan funciones expresamente diseñadas para explorer. Aún así, comparar a explorer con Chrome no solo es injusto sino estupido, cualquiera que sepa que se puede instalar un navegador distinto al que viene cargado de fábrica se olvidará de Explorer.

Chrome es sencillo, fácil de usar, dotado de funciones realistas que dejan de lado los gadgets y utilerías innecesarias, con un agradable y limpio diseño, buenas cracterísticas de seguridad y opciones adecuadas para usuarios avanzados. Chrome no sólo es un desafío para los navegadores mas antiguos: es un pauta, un líder que en cuatro o cinco años se colocará a la delantera de los navegadores sin importar cuál traigan las computadoras precargado.

A Chrome le cambiaría algunas cosas; por ejemplo, le pondría un botón para imprimir que esté menos escondido y un acceso a la página de inicio que estuviera siempre a la vista; una pestaña o un menú desplegable para ver la lista de correos entrantes podría ser un plugin interesante.

Quizá  probaría una versión aopcional, podría ser de pago, que incluyera  integración con Google docs y herramientas sociales. Pero no haría jamas algo que sacrificara sus mejores características: ligereza, confiabilidad y velocidad. Quien prueba Chrome ya no puede usar otro navegador, pues encuentra lento y pesado todo lo demás.