Una de las más famosas citas de José Ortega y Gasset se encuentra, según recuerdo en la presentación de una edición revisada de "La Rebelión de las Masas", que comenzó a publicarse en 1929 en un diario español y salió a la luz, en forma de libro, en 1937. La observación de Ortega y Gasset sobre la izquierda y derecha no ha perdido su vigencia en ochenta años, tanto por su llamado de atención sobre la falaz simplificación de la identidad política, como por la ausencia de análisis sociales y estudios políticos serios, que analicen a las comunidades, el poder político y las relaciones entre ambos de manera serena, objetiva y distante de prejuicios.
En el presente la palabra "izquierda" sigue usándose como un autoelogio y la palabra "derecha" sigue arrojándose como un insulto, pero las veinte o treinta mil personas de este planeta que usan ambas palabras de esa forma se molestan poco o nada en explicar a los otros seis mil millones porqué consideran que ser de izquierda equivale a ser redentores de la humanidad y porqué estiman que ser de derecha equivale a ser opresores... también hace falta que expliquen por qué a quienes acusan de ser de derecha no acusan recibo de la clasificación, pero tampoco suelen entender el término, ni es de su interés hacerlo. Es así, porque la comprensión de lo que hace naturalmente bueno a la izquierda, naturalmente malo a la derecha, mientras adscribe de manera igualmente natural a unas personas a la izquierda y a otras a la derecha, no pertenece al ámbito de las ideas, sino de la fe. Sí, de la fe de quienes creen en la izquierda y la derecha, con la misma convicción que quienes creen en el horóscopo, en las patas de conejo y en los productos milagro.
Estoy divagando. Aquí va la cita de Ortega y Gasset:
“La misión del llamado intelectual es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la realidad del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responde, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías. Cuando alguien nos pregunta qué somos en política o, anticipándose con la insolencia que pertenece al estilo de nuestro tiempo, nos adscribe a una, en vez de responder, debemos preguntar al impertinente qué piensa él que es el hombre y la naturaleza y la historia, qué es la sociedad y el individuo, la colectividad, el Estado, el uso, el derecho. La política se apresura a apagar las luces para que todos estos gatos resulten pardos. Es preciso que el pensamiento europeo proporcione sobre estos temas nueva claridad.”
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