Partidocracia
La partidocracia, o partitocracia es el dominio de los partidos sobre los representantes populares y los gobernantes. No gobierna la persona electa, sino el partido.No se toman las decisiones que la población necesita, sino las que convienen a los líderes y dirigentes de los partidos. No se selecciona a los candidatos por su capacidad, honestidad, popularidad o inteligencia; sino por su fidelidad a los dirigentes, su complicidad y hasta su sumisión.
En una partidocracia los partidos se transfroman en entidades que viven del dinero público pero no actúan por el interés público. Con el dinero público desarrollan una amplia y férrea burocracia interna, y así se convierten en grandes agencias de colocaciones y, al mismo tiempo, en grandes vendedores de favores y compradores de lealtad.
Los partidos dependen cada vez menos de las cuotas de militantes y colectas entre simpatizantes, al tiempo que se hacen más dependientes de las grandes entradas de dinero: el financiamiento público, las donaciones (en dinero o especie) de grandes empresarios, corporaciones, sindicatos, corporaciones e instituciones. El partidocrata está en deuda con sus promotores y es fiel a ellos, porque si no cumple sus expectativas, siempre habrá otros partidos, otros líderes, otro candidatos que también necesitan dinero y pueden ser más obedientes.
La partidocracia es, en principio, una burocracia engrandecida y empoderada, que puede repartir cargos de gobierno e influir en ellos para proteger sus intereses. Pero también puede ser una forma de corrupción, de intercambio de favores por dinero o por cargos públicos.
Para el partidócrata las elecciones son una fuente poder y una entrada de dinero. Los votantes son una muchedumbre cada vez más difuminada, que no tiene poder, pero tiene votos y los votos también se convierten en dinero. El votante vale tanto como su cartera, o su influencia personal, o su obediencia. La partidocracia es una plutocracia disfrazada de pluralismo.