Los perros de raza San Bernardo deben su nombre a un hospicio que fundaron en el siglo XI en el Gran monte St. Bernhard, en Suiza. Los monjess bernardinos criaron estos perros que los campesinos de la región apreciaban por sus cualidades como guardianes, guías de montaña y animales para el tiro de trineos.
Barry (Osito) era un nombre muy común entre los perros que criaban estos monjes, pero uno es particular destacó por su interés y habilidad para encontrar a viajeros extraviados y peregrinos con problemas. Los monjes no hicieron un registro de las personas que fueron rescatadas por Barry, pero debieron ser muchas, ya que en una región de perros rescatistas la fama de Barry creció más que la de cualquier otro.
Barry (Osito) era un nombre muy común entre los perros que criaban estos monjes, pero uno es particular destacó por su interés y habilidad para encontrar a viajeros extraviados y peregrinos con problemas. Los monjes no hicieron un registro de las personas que fueron rescatadas por Barry, pero debieron ser muchas, ya que en una región de perros rescatistas la fama de Barry creció más que la de cualquier otro.
Barry llegó a ser un perro famoso durante su estancia en el monasterio, que fue de 1800 a 1812, año en el que un monje lo llevó a vivir con él a Berna para que tuviera un merecido retiro; así fue y Barry murió tranquilamente en 1814. Debido a su fama, su cuerpo fue solicitado por el Museo de Historia Natural de la Universidad de Berna, donde fue disecado y expuesto al público.
Una leyenda que ha contribuido a extender su fama, cuenta que Barry encontró y rescató a 40 viajeros perdidos, hasta que el último de ellos lo confundió con un lobo y le disparó. Esta historia ocurrió, se supone, alrededor de 1860 y está consignada en un monumento en Asnière, cerca de París, Francia. Probablemente se trate de otro Barry.
A principios del siglo XX, un nuevo Barry (conocido como "Barry II") alcanzó una fama similar a la de su antecesor, y cuando murió ahogado en el lago fueron muchos los museos europeos que solicitaron su cadáver para exponerlo con todos los honores. Actualmente, el museo del hospicio de los monjes bernardinos expone el cuerpo disecado de Barry III, quien murió al caer de un barranco.
El trabajo heroico de los perros criados en el monasterio del Gran Monte San Bernardo los convirtió en íconos del rescatismo y la raza ganó tan buena reputación que en el siglo XIX el San Bernardo fue declarado Perro Nacional Suizo.
Larga vida a Barry.
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