Hay personas que afirman poder identificar los defectos y habilidades de una persona, los problemas de una pareja o las fugas de una tubería en algo así como un minuto. Esas personas mienten, pero lo hacen con tal convicción que el resto de las personas les cree... de hecho desea creerlas por la misma razón que cree en otros productos milagrosos, como las dietas mágicas, el psicoanálisis la homeopatía, el comunismo y los servicios de citas.
La gente elige creer porque los productos milagro ofrecen respuestas sencillas y rápidas para un mundo complejo, que exige paciencia, esfuerzo y concentración. Concentrémonos, pues.
Las personas desesperadas acuden a la homeopatía porque promete resolver sus dolencias son costosos tratamientos ni dolorosas cirugías; hacen dietas milagrosas porque prometen resultados más rápidos y simples que llevar una vida saludable y activa; creen en el comunismo porque promete una respuesta simple a sus frustraciones y deudas, como cree en los servicios de citas porque desea que esa historia de que para quien hay una media naranja sea cierta. Los productos milagro son una industria exitosa que explota las debilidades humanas más simples: la pereza, la codicia, la gula, la lujuria, la envidia.
Hay algunos que, sin padecerlo, o sin serlo completamente pueden ser considerados productos milagro. El Coaching es uno de ellos y lo hay para distintas necesidades. Profesionales que prometen convertirnos en vendedores eficaces, políticos carismáticos, estrellas atractivas o exitosos ejecutivos prosperan a la sombra de una sociedad en la que ser exitoso no es una alternativa. Se vale vivir en una pocilga, pero no carecer de cable de alta definición; se vale ser analfabeta, pero no se vale quedar fuera de las redes sociales; se vale tener comida en la mesa, pero no se puede ir por el mundo sin un teléfono de última tecnología, con cámara de alta resolución, pantalla táctil y aplicaciones java... aunque uno no sea programador, ni sepa que es java o qué es una aplicación.
Para tener todo lo anterior hace falta un empleo. No importa si carece de futuro, prestaciones o seguro de retiro, siempre que de lo suficiente para sacar una tarjeta de crédito, una televisión a crédito, un celular a crédito y un auto brasileño de marca alemana, también a crédito.
El éxito es un producto milagro: ofrece mujeres, hombre o ambos, ofrece fiestas, ofrece viajes y ofrece llevar una vida de superestrella para cualquiera que sepa dónde buscarlo. Y se busca en el empleo.
Pero ¿Cómo se consigue el empleo?
Los expertos en coaching tienen una lista de recomendaciones destinada a generar una impresión profunda en el posible empleador: envía un currículum breve y conciso que detalle con profundidad tus logros y aspiraciones; incluye una carta de recomendación en la que se describa toda tu capacidad, eficiencia y proactividad; preséntate a la entrevista ataviado con un traje azul marino, una camisa blanca, una corbata roja y un aliento de menta inglesa; sonríe y mira a los ojos... pero seamos sinceros, a estas alturas ya todos los posibles candidatos leyeron en Internet o en algún libro esos mismos consejos.
Lo que el entrevistador verá es aun desfile de 27 personas, 15 hombres ataviados con un traje azul y una corbata roja, 12 mujeres con un traje sastre azul o negro y una blusa de seda blanca; todos asistirán con los zapatos lustrados, y serán sonrientes, directos, incisivos y proactivos (palabreja esa que está de moda en el mundo empresarial); todos ellos habrán enviado un currículum de dos cuartillas en el que se destacan sus logros y metas y, todos ellos tendrán credenciales académicas como para optar por el SIN, experiencia como para buscar la presidencia del CCE, valores como para aspirar al papado y un dominio del inglés como para traducir a Chaucer y estarán dispuestos a trabajar 14 horas diarias por la misma cantidad de dinero que cobra el chófer de un Director General.
Lo que el entrevistador verá es aun desfile de 27 personas, 15 hombres ataviados con un traje azul y una corbata roja, 12 mujeres con un traje sastre azul o negro y una blusa de seda blanca; todos asistirán con los zapatos lustrados, y serán sonrientes, directos, incisivos y proactivos (palabreja esa que está de moda en el mundo empresarial); todos ellos habrán enviado un currículum de dos cuartillas en el que se destacan sus logros y metas y, todos ellos tendrán credenciales académicas como para optar por el SIN, experiencia como para buscar la presidencia del CCE, valores como para aspirar al papado y un dominio del inglés como para traducir a Chaucer y estarán dispuestos a trabajar 14 horas diarias por la misma cantidad de dinero que cobra el chófer de un Director General.
Sí, también los aspirantes son productos milagrosos, que se presentan a la entrevista bellos y seductores, aunque una vez contratados no tarden en llevar las corbatas estrambóticas (porque la que llevaron a la entrevista era prestada) y trajes baratos; además de sumarse al grupo que se pasa media mañana en la terraza para fumadores, o coman en el escritorio, o se revele que en realidad no dominan tan bien el inglés y el posgrado en el extranjero en realidad fue un curso de verano.
Pero es lo que recomiendan lo coachers ¿o no? mentir, y a los entrevistadores se les aconseja creer esas mentiras.
¿Cómo identificar a un buen candidato, si no podemos confiar en los envaselinados aspirantes de azul marino que hacen fila para entregar los documentos?
Se puede, estoy seguro. En los altibajos de la vida, más de una vez he sido empleador e intenté seleccionar personas y talentos, más que trajes azules y corbatas rojas. Las personas que contraté siguen ahí, algunos han crecido profesionalmente y eso me hace creer que a lo mejor no fui un mal entrevistador.
Así que comparto al mundo mi experiencia, con la advertencia de que nunca coincidí con mis colegas que ahora mismo sigo sin coincidir y que por razonables que me parezcan, quizá sea mejor seguir los consejos de quienes recomiendan los zapatos lustrados, el traje sastre y la loción de lavanda. Me parece que a la mayoría de empleadores los engaños les gustan más: les dan seguridad, simplifican la realidad y les evitan el esfuerzo de pensar.
En fin... Éstos son mis consejos para acudir a una entrevista:
Llega con 10 o 15 minutos de anticipación si eso es lo que haces normalmente cuando tienes empleo. Si eres de los que prefieren mirar la barra nocturna de HBO para salir pitando a las nueve y media de la mañana para un trabajo que inicia a la hora, mejor sincérate y pregunta si tu hora de entrada se puede recorrer a las diez. Así evitarás roces interminables entre tú y tus jefes y a ellos les ahorrarás muchos disgustos.
Evita llevar un traje azul marino con camisa blanca de algodón y una corbata roja. Con ese atuendo no transmites la confianza del azul, la pulcritud del blanco y la competitividad del rojo; sólo te vez como una persona que intenta transmitir todo eso.
Si eres mujer olvídate del traje sastre negro, la blusa de seda blanca y los pendientes discretos. Eso no te hace ver profesional a menos que pidas empleo en el FBI o que tu posible empleador sea fetichista.
Es mejor vestir como vestirías normalmente en un empleo. A la última entrevista que acudí llevé un traje negro, con una camisa negra y mancuernas de acero negro, sin corbata. No me lo dieron, pero al menos, mientras esperaba en el recibidor con una docena más de aspirantes yo era el único que no parecía vendedor de Liverpool.
Si eres mujer y te gusta llevar escotes o minifaldas es bueno que vayas así a la entrevista; después de diez o doce fracasos descubrirás lo poco profesionales que son semejantes atuendos y seguramente irás a la siguiente con algo más práctico, más cómodo y sin duda más elegante.
Lo mejor, seas hombre o mujer es vestir como lo harías normalmente. El impecable traje azul es deseable en ambientes institucionales o de alta dirección, pero si aspiras a un empleo creativo y te entrevistará el jefe de diseñadores, el coordinador de eventos o un equivalente, empatizará mejor con alguien que vista como él (o ella). Sobra decir que si te dedicarás a operar maquinaria o vehículos, la ropa adecuada es la que usan los otros trabajadores del área; si quieres causar una buena impresión puedes imitar los pantalones caqui y las camisas de franela azul de ingenieros y supervisores.
Evita mentir en el currículum. Se darán cuenta desde el ´primer día que te pases preguntando al vecino de escritorio o estación de trabajo y no te lo perdonarán. Puedes adornar un poco tus habilidades, pero no inventes cosas que no sabes o no has hecho, porque si mientes y te piden que demuestres esos conocimientos o experiencias quedarás como un incompetente o, peor, como un mentiroso y será difícil borrar esa impresión.
En tu currículum escribe solamente lo que sí sabes hacer. Si desearías dominar el inglés, el SPSS o la mecánica diesel, pero sólo tienes un conocimiento parcial, mejor aprende eso que te falta y después, con toda confianza, agrégalo.
No seas sumiso. No te hacen un favor al contratarte, pues ellos necesitan tus conocimientos y habilidades.
Tampoco seas arrogante, a nadie le caerás bien y hay en la misma fila alguien con la misma capacidad y una actitud más agradable.
No hables mal de tus empleos ni tus jefes anteriores. Si algo triste o doloroso pasó supéralo. Pasa la página y cominza algo nuevo. Si hablas mal del pasado el entrevistador sospechará y con razón, que algún día hablarás más de él.
Sé amable, saluda con un ligero apretón de manos, mira al entrevistador a los ojos y si es una mujer evita mirar cualquier cosa que no sea su cara o sus manos. De hecho, se amable todos los días de tu vida o no durarás en ese ni en ningún otro empleo. Tú no eres un producto milagro. Esos productos deslumbran a primera vista, pero decepcionan.
Confía en ti, en lo que sabes y en lo que puedes aprender. Te preguntarán por tus habilidades y probablemente te harán pruebas; pero si estás en el lugar correcto lo harás todo mejor que ningún otro.
Llega con metas claras: ¿deseas un empleo estable? ¿Aspirar a subir en el escalafón? ¿Lo consideras un paso en tu preparación para lo que realmente deseas ser? Dilo ahora, que de todas manera se darán cuenta y en realidad ni el entrevistador sabe porqué lo pregunta.
Si eres un entrevistador y quieres hallar al candidato ideal déjate de estupideces. Preguntas como ¿que esperas de la vida? o ¿Cuales son tus metas a cinco, diez y veinte años? son tonterías, ni tú lo sabes y realmente no sirven un carajo si lo que ofreces es un contrato por un año, para tareas específicas y tú sabes hasta dónde pueden subir realmente o cuanto tiempo pueden permanecer.
No hagas a los entrevistados perder su tiempo con tonterías y tú mismo no desperdicies esos momentos valiosos tratando de lucirte. estás ahí para hallar un candidato idóneo, así que pregunta sobre cosas relacionadas con el puesto, con la experiencia previa, con el clima laboral.
Hay datos que en realidad carecen de importancia y si los preguntas (o si te los preguntan) están hasta incurriendo en una violación a las leyes:
Tatuajes o cicatrices. A menos que vayas a modelar trajes de baño, esas preguntas son discriminatorias.
Religión. No pueden negarte un empleo por tenerla ni por no tenerla. A Dios lo que es de Dios y al jefe lo que es del jefe.
Preferencias sexuales. Te pueden demandar y lo mereces.
Si las mujeres piensan casarse. No es tu asunto, deja de asumir que se casarán y dejarán el empleo, si lo hacen es su derecho y si no lo hacen también; tienen derecho a llevar una vida fuera de las horas de oficina.
Si las mujeres desean tener hijos. Tú no les vas a pagar el parto ni la guardería, unas veces lo hará la empresa y casi siempre lo hará la seguridad social, así que no es tu problema. A tí no te preguntaron si pensabas tomar vacaciones el fin de año, cuando te contrataron.
Si eres aspirante y alguien te hace esas preguntas demanda a esa empresa. Se lo merece por seguir en el siglo XVIII. si eres entrevistador y tus jefes te piden que preguntes esas tonterías regáleles un ejemplar de la Ley federal del Trabajo, eso les ahorrará mucho dinero en abogados.
Si quieres resultados mediocres haz preguntas mediocres. A los hombre no les preguntes si tienen familia e hijos. Algunos creen que eso garantiza la lealtad hacia la empresa. En realidad sólo garantiza que hagan lo necesario para permanecer ahí aunque odien su empleo, te odien a ti y vivan durante los próximos 20 años como saboteadores internos.
Si eres aspirante y te preguntan si tienes familia e hijos o piensas casarte, embarazarte, etc. Pregúntate si realmente deseas trabajar con esa gentuza.
Si no te llaman, no te desanimes. Insiste, envía más solicitudes, amplía tu búsqueda a otras ciudades. Con suerte en pocas semanas tendrás el empleo de ese entrevistador que te rechazó por llevar un piercing. Que así sea.
Genial!! Simplemente lo amé
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