miércoles, 27 de octubre de 2010

El día de Muertos: Orígenes y Cultos

El décimo mes del calendario mexica celebraba el Xocotlhuetzin, la caída de los frutos y el hueymiccailhuitl, la fiesta de los difuntos que presidía el Dios Xiuhtecuhtli... a los aztecas les gustaban los diseños y las palabras complicadas.


Al llegar los españoles a estas tierras, la fiesta de los Muertos se fusionó con la de los Fieles Difuntos, establecida en el siglo X por San Odilón, abad de Cluny, para orar por las almas de los difuntos. El Día de todos los Santos, por su parte, conmemora el sacrificio de los mártires anónimos que se sacrificaron en tiempos de la Iglesia Primitiva y fue celebrado de manera solemne durante el siglo VIII por el Papa Gregorio III, aunque se conocen antecedentes de esta celebración desde el siglo IV.


La fecha elegida para esta fiesta estuvo originalmente consagrada al Samhain por los celtas y más tarde por los druidas entre el 5 y el 7 de noviembre. El Samhain  conmemoraba a los ancestros y correspondía a la celebración del año nuevo celta que marcaba el comienzo del ciclo agrícola. Durante el Samhain, los celtas hacían balance de la cosecha y la celebraban con la fiesta más importante del año, a la que acudían como invitados los antepasados que con su esfuerzo habían dado comienzo a esa prosperidad. 


Halloween es una forma de sincretismo, que resultó de fusionar los ritos celtas con la víspera de Todos los santos (All Hallow's Eve). No parece raro que la celebración de los frutos y la cosecha estuviera vinculada a los ancestros pues éstos eran considerados protectores de la familia o la tribu. 


La fecha para recordar a los mártires (los fundadores de la Iglesia, equivalentes a sus ancestros) y para orar por los difuntos (equivalente a la celebración que hacían los celtas y los aztecas) se eligió para sustituir al Samhain, de la misma forma que varios santuarios de la cristiandad se erigieron en sitios importantes del paganismo. El pasado no se borró del todo, pues en Europa persistieron a través de los siglos y hasta el presente las ceremonias druídicas, mientras que en México persistió el convencimiento de que en el Día de Muertos los antepasados realmente asisten a convivir con los vivos (por eso se les colocan ofrendas y altares). 


En las últimas décadas la secularización de la sociedad ha derivado, entre otras consecuencias, en un resurgimiento del paganismo, asociado a la pérdida de trato preferencial de los estados nacionales hacia las iglesias cristianas, por lo que cultos y prácticas que habían permanecido reservadas o se practicaron durante siglos de manera clandestina, ahora resurgen, ante la preocupación de varias o la mayoría de las comunidades cristianas.  


Lo que ahora tenemos son en realidad una diversidad de fiestas entre las cuales, se recupera de manera abierta el reencuentro con los muertos del Samhain celta y el Día de Muertos mexicano, sin perder las formas de sincretismo que dan forma al mundialmente celebrado Halloween (en el que se conmemora el contacto entre el mundo de los vivos y el inframundo con sus diversidad de criaturas y seres, representado por los disfraces, leyendas y canciones que se ven esos días por las calles. 


Entre todas ellas, las conmemoraciones de Todos los Santos y los Fieles Difuntos permanecen como fiestas centrales del cristianismo dedicadas a conmemorar a los mártires fundadores y la oración por las almas de los fallecidos. La pérdida de su exclusividad como fiestas públicas es una oportunidad para que cualquier persona identifique lo cristiano y lo pagano para elegir de manera informada el sentido espiritual que dará a estas fiestas. 






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